Hoy quiero hablaros de algo que conocerás perfectamente si vives en nuestro país y que en periodos y días concretos, como los de Navidad, se acentúa mas si cabe. Me estoy refiriendo a las compras de última hora: un aspecto cultural del consumidor español.
Va con nosotros, va con nuestra cultura. Las compras de última hora son parte de nuestro comportamiento, en la mayoría. Aún sabiendo con mucha antelación lo que nos llega, por ejemplo en las señaladas fechas de Navidad, que sabemos con muchísima antelación.
Nos gusta bien poco planificar y anticiparnos, parece que nos va la marcha, el riesgo y la incertidumbre como consumidores. Solemos decirnos a nosotros mismos mucho antes de que lleguen las fechas señaladas algo así como «pero, si aún queda».
Ante este tipo de situaciones, parece que nos entra una especie de procrastinación prolongada, de la que solo despertamos cuando suena la alerta roja en tiempo y ya no nos queda más remedio.
A partir de ahí, las prisas, el estrés, la ansiedad… Siempre que existen periodos como la Navidad, me gusta analizar muchísimo este tipo de comportamiento y veo que en los días clave hay montones de consumidores (entre los que me incluyo) que buscan a la desesperada ese algo que regalar.
Y ojo! Lo que puede ser una compra planificada, tranquila y agradable para dejar los deberes hechos, puede convertirse en toda una obligación moral conforme pasa el tiempo y vamos contrarreloj, sobre todo si no damos con ese regalo perfecto.
A mi, personalmente, me gusta esa especie de locura momentánea de última hora, me gusta ver y analizar las expresiones, los tonos de voz, los lamentos o, por qué no, las caras felices de haber encontrado lo que se buscaba sin mucha esperanza o un reemplazo perfecto.
Todo esto, forma parte de nuestra irracionalidad, ese comportamiento del que tenemos tanto que aprender.
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