Con este post, El rol de la autoría del consumidor en el marketing, pretendo dar visibilidad a esa parte intermedia entre lo que ofrece una marca y lo que consume y cómo lo consume el consumidor.
Me explico. Normalmente, hemos venido comprando algún producto terminado como por ejemplo alimenticio (un preparado para hacer una tarta), de decoración (una simple estantería o un mueble) o de ocio (una bicicleta).
Como ya comenté en este post anterior, Estrategias de marketing Do It Yourself (DIY), la participación del consumidor en la terminación del producto es un elemento emocional muy interesante.
Cuando en casa, en la cocina, cogemos un preparado de tarta y el preparado nos pide añadir leche, añadir huevos, añadir azúcar o cualquier otro elemento culinario nos sentimos parte del proceso y automáticamente optamos por pensar que la elaboración es 100% nuestra. Esto y nada más que esto es la autoría
Ser el autor de algo te hace sentir bien
Tan fácil y tan difícil como esto. Ocurre igual con los otros ejemplos comentados, como esa estantería o mueble (aunque seamos unos torpes con eso), o con esa bicicleta que compramos desmontada y el simple hecho de montarla nos aporta esa sensación momentánea y que luego perdura en el tiempo por la consecución del logro.
La autoría del consumidor, en mayor o menor medida, está íntimamente relacionada con el ego. Y, viviendo en esta era digital donde comunicar y ensalzar nuestro ego en cualquier momento, desde cualquier lugar y bajo cualquier pretexto lo hacemos. Claro que si. Aunque lo que contemos seguramente solo nos interese a nosotros y a nadie más.
Finalmente, la autoría del consumidor tiene ese potencial porque también se basa en cierto sentido de pertenencia precisamente a lo que acabamos de crear. Seguro que ese producto que hemos acabado de construir con nuestras propias manos será más querido que otros.
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