Vamos a abrir una trilogía de post para exponer matices interesantes sobre un tema muy curioso: La influencia del dinero en el comportamiento humano (1).
El dinero, para bien o para mal, está presente a diario en nuestras vidas. Lo usamos como elemento de intercambio de bienes y provoca una influencia considerable en nuestro comportamiento a todos los niveles.
De manera constante, tomamos decisiones basadas en el dinero: a la hora de comprar, a la hora de vender, a la hora de ahorrar, a la hora de invertir, a la hora de prestar,…
A su vez, el dinero nos condiciona en mayor o menor medida en función de la situación del macroentorno y del microentorno. En tiempos de bonanza o de dificultades, nuestras decisiones sufren variaciones considerables.
En tiempos como el actual, donde la incertidumbre cohabita con nosotros cada día, nuestras decisiones llevan consigo riesgos notables, a no ser que tengas el dinero por castigo.
Los escenarios de corto plazo, medio plazo o largo plazo se ven tremendamente condicionados por todo esto que estamos hablando.
El riesgo, las probabilidades, las experiencias, la confianza o las interacciones sociales marcan nuestras decisiones. Puede que estés de acuerdo en que el dinero es capaz de modificar nuestra personalidad y, por extensión nuestro nivel de relación con el resto de personas.
El dinero, en nuestra sociedad actual, determina la denominadas clases sociales. En marketing y, concretamente en el área de investigación de mercados, todos hemos escuchado alguna vez la tan famosa catalogación de nivel económico alto, medio-alto, medio, medio-bajo o bajo.
Esto, sin duda, condiciona nuestra manera de pensar, genera prejuicios y nos involucra en ciertas pautas de comportamiento que pueden no ser las adecuadas.
Como veremos en los siguientes post de la serie, toda esta introducción nos abre un abanico de inputs a tener muy en cuenta desde el punto de vista de una marca y el tipo de público objetivo al que se dirige.
Photo credit: Ian Thompson