Tercer y último post de la mini serie dedicada a la influencia del dinero en el comportamiento humano (3).
Dicen que cuánto más dinero se gana, más se piensa en él y más se desea. Esta es otra consecuencia del influjo del dinero.
Es curioso porque normalmente nuestras creencias nos dicen que cuando más tenemos de algo, menos importante se convierte para nosotros, pero en este caso ocurre justo lo contrario.
Una posible explicación ante este tipo de comportamiento hace referencia a que el dinero se asocia con nuestros sentimientos personales de autoestima y auto realización, por lo que siempre podemos considerar que nunca llegamos a tener demasiado.
Además, a mayores posesiones, mayores gastos para mantener dichas posesiones, por lo que la sensación de gasto se dispara y la sensación de necesidad de ingresos también.
Los niveles de riqueza se ven confrontados. Quienes más poseen suelen ser percibidos por los que menos posee con cierto sentimiento negativo, que deriva en críticas, extensiones de opinión generalizadas, etc.
Se crean los tan famosos arquetipos basados en creencias y prejuicios inevitables. En el sentido contrario, como vimos en los post anteriores de esta misma serie dedicada a la influencia del dinero en el comportamiento humano, quizás es la falta de sentimientos la que resulta protagonista.
El dinero. Un elemento que tocamos todos los días y en el que pensamos constantemente para una cosa u otra en sus diferentes formatos: metálico, papel, plástico (tarjetas de crédito o débito).
Otra cosa curiosa es, por ejemplo, cuando viajamos y utilizamos otra moneda que al cambio representa mucha más cantidad numérica o mucha menos.
Por momentos, la sensación de riqueza nos lleva a pensar en otros escenarios que luego, cuando regresamos a la realidad, nos genera un contraste realmente curioso.
Photo credit: Arianna K.
