Continuamos con la serie de post dedicada al origen de las frases hechas en el marketing y la comunicación (7).
Veamos más ejemplos interesantes y conocidos.
Poner la mano en el fuego
Cuando manifestamos un apoyo total a alguien decimos que ponemos la mano en el fuego por esa persona. La procedencia de la expresión se remonta a cuando se practicaba el denominado juicio de Dios.
Para dictaminar la inocencia o culpabilidad de alguien acusado de no cumplir las normas establecidas o cometer un pecado se solían hacer diversas pruebas de fuego como por ejemplo sujetar hierros al rojo vivo o introducir las manos en una hoguera.
Si la persona salía de este tipo de prueba con escasas quemaduras significaba que Dios la consideraba inocente y, por tanto, no debía recibir castigo alguno.
Poner pies en Polvorosa
Si salimos corriendo de algún lugar precipitadamente, podemos decir que ponemos los pies en Polvorosa. Se dice que la frase proviene de la nube de polvo creada en los caminos antiguos cuando alguien corría a través de ellos huyendo de algo, aunque hay algunas otras versiones sobre la procedencia de la expresión.
Ser chivo espiatorio
Esta expresión tiene por origen una práctica ritual de los antiguos judíos. El Gran Sacerdote elegía dos machos cabríos, dejaba en manos del azar el sacrificio de uno de ellos y en nombre del pueblo de Israel ubicaba sus manos sobre la cabeza del elegido.
A éste, se le imputaban todos los pecados del pueblo israelita y tras la ceremonia, el macho cabrío que sobrevivía se devolvía al campo siendo abandonado a su suerte, donde la gente lo perseguía entre gritos, insultos y pedradas.
Es algo así como hacer recaer una culpa colectiva sobre alguien en particular, aunque no necesariamente este alguien haya sido el responsable de la misma.
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