Por qué buscamos los errores de los demás. Esta es la reflexión que quiero hacer en el post de hoy. Cada día podemos ver, sobre todo tras el auge de las redes sociales, como la culpa de todo normalmente la tienen los demás o como son otras personas las que comenten errores, entre otra cosas.
¿Un ejemplo? Ayer durante todo el día no dejaba de ver en las redes un tuit con un error ortográfico en el canal Twitter de Televisión Española, que de inmediato (como no) fue capturado y compartido masivamente en el ecosistema social. En poco tiempo, se reemplazo el tuit y se pidieron las disculpas pertinentes.
El tuit citaba la confirmación de un herido en el encierro de los San Fermines 2015, por «hasta de toro«. Normalmente, en general, nos pasa esto: «claro, nunca yo mismo me equivoco, pero me gusta o me encanta destacar los errores de los demás».
Es un mecanismo natural de defensa, los humanos somos así
Parece que nos sentimos mejor si los demás fallan, eso parece que nos hace ser mejores en un escenario comparativo.
Este ejemplo de Televisión Española quizás no sea el mejor. ¿Todos nos podemos equivocar no? No resulta nada dramático. De hecho esta misma entidad criticaba justo hace una semana que una conocida persona había cometido también un error ortográfico en un tuit. ¿Casualidad o causalidad?
Solo quiero hacerte pensar en ocasiones en las que invertimos tiempo en este tipo de cosas y el retorno que nos dan. Piénsalo, creo que nos hace un gran favor pensarlo.
¿Qué nos aporta esto? Sinceramente, estas actitudes no nos llevan a ningún lado, ni nos permiten mejorar, ni son productivas. Todo lo contrario. Quien siembre vientos, recoge tempestades.
Además, este tipo de comportamiento deja entrever de forma indirecta una cosa muy importante para tu marca personal: estás dando a entender a tu audiencia que no tienes nada mejor que hacer. Esto, y no exagero, resta credibilidad a tu marca personal, a no ser que eso no te importe nada.
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