Por qué pensar resulta doloroso

Hablemos de esta realidad, hablemos de por qué pensar resulta doloroso. No estoy exagerando, para nada. Pensar provoca dolor, un dolor relativo e inducido por la laboriosa manera que tiene nuestro cerebro de poner en marcha su maquinaria.

A nuestro cerebro, como ya hemos hablado alguna vez en este blog, le encanta procrastinar y es un auténtico artista de la postergación. Dicho esto, aprovechemos la coyuntura para mejorar nuestro enfoque de público objetivo si somos o trabajamos para una marca.

Intentemos ponérselo fácil al consumidor objetivo. Cualquiera tiene demasiadas cosas que hacer, demasiadas cosas en las que pensar, no se lo pongamos difícil. Hay que provocarle si, pero si esa provocación es clara, concisa, sencilla, asimilable, sutil… y todo lo que se te ocurra en esta línea de actuación, tendremos mayores probabilidades de éxito.

Si conseguimos hacerlo simple estaremos más cerca del consumidor
Si conseguimos hacerlo simple estaremos más cerca del consumidor

Simplicidad, un principio básico en la economía de hoy donde todo es complejo

Los consumidores nos sentimos saturados de información, de productos, de servicios, de marcas y de todo.

Piensa, aunque te duela al hacerlo, que cuanto más fácil se lo pongamos al consumidor más probabilidades tendremos también de que éste a su vez sepa transmitirlo de forma fácil y sencilla a otros consumidores. La complejidad nos pondrá trabas a que el mensaje sea viral, pero si es simple tendremos más opciones de llegar más lejos sin hacer pensar demasiado.

Yo siempre os pido en este blog que penséis, precisamente este post me sirve de ayuda para ello. Si pensamos y experimentamos ese dolor causal, que no físico, si dejamos de ser perezosos y pensamos en cómo no hacer pensar al consumidor, habremos dado un paso de gigante a la hora de diseñar estrategias y acciones de marketing efectivas y eficientes, de fácil entendimiento y que logren calar en la esencia del pensamiento del consumidor.

Piensa, luego siente.

Photo credit: 24.media

2 comentarios

  1. Buenos días Francisco, relacionado con este tema, si me lo permites, vuelvo a recomendar el libro de Kahneman «Pensar rápido, pensar despacio». En él menciona las investigaciones de Roy Baumeister relacionadas con el denominado «agotamiento del ego» producido entre otras diversas causas, por el pensamiento concentrado. En sus trabajos demuestra como disminuye la «energía mental» con los esfuerzos realizados en diferentes actividades, entre las que se encuentra la de pensar con un determinado objetivo. Si alguien estuviera interesado en un resumen, tiene la opción de consultar mi blog. Gracias y saludos cordiales.

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