Esta frase, «quiero motivos, dame motivos» es algo que está presente en aquellas personas que buscan algo más en las marcas de todo tipo: marcas de producto, marcas de servicio, marcas sociales, marcas territoriales e incluso marcas personales.
En la parte analítica y de diagnóstico del comportamiento del consumidor en los proyectos en los que habitualmente trabajo me doy cuenta de que hay un punto en común, un nexo de unión inevitable sobre esta relación marca-consumidor.
El consumidor quiere motivos, los busca, sus opciones son muchas veces ilimitadas y pocas veces escasas. Quiere desarrollar su poder de decisión y decidir sobre motivos que a su vez le den motivos.
El motivo es tener motivos. ¿Por qué habría de elegir yo una opción u otra? De un motivo deriva una motivación. Muchas veces las marcas no piensan en este enfoque y muchas veces es tan sencillo como esto.
¿Qué motivación puede nuestra marca aportar a alguien?
Analizando a consumidores en el momento de la verdad, es decir, en el momento de decisión de compra, te das cuenta de que los motivos ajenos al precio importan y mucho.
Hay marcas que juegan con esa inspiración generadora de motivación, siendo este un prisma que desde el inicio camina sobre una senda positiva, generando estímulos que conectan con las expectativas de esta tendencia de mercado de la que estamos hablando en el post.
La maravillosa secuencia estímulo – decisión – emoción – recuerdo anda en línea con el sentido de dar motivos al consumidor, transmisibles a otros consumidores, a través de un mensaje viralmente positivo.
Quizás te resulte tedioso pensar en esta secuencia, quizás previsible. Pero hay una gran diferencia entre pensar que puede funcionar y provocar que funcione. Te aseguro que funciona, no tienes más que comparar tu marca con el resto de opciones. Así, detectarás la manera de generar mejores motivos que ninguna otra.
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