Hoy os traigo un concepto que en los últimos tiempos ha generado y está generando mucha literatura: Responsabilidad social corporativa en la estrategia de marketing.
La responsabilidad social corporativa, en siglas RSC, también conocida como responsabilidad social empresarial, en siglas RSE o inversión socialmente responsable, hace referencia a la contribución activa y voluntaria a la mejora por parte de las empresas de ámbitos como lo social, lo económico o lo ambiental.
Por regla general, el objetivo de desarrollar la RSC es mejorar la posición competitiva de la empresa, así como su aporte de valor añadido.
La RSC va más allá del cumplimiento de las leyes y las normas, ya que como hemos citado al inicio del post, se trata de un aporte voluntario y activo que pretende sobrepasar lo establecido.
Esto conlleva el desarrollo de un conjunto de prácticas, estrategias y sistemas de gestión empresarial, por lo que podemos decir que una empresa es socialmente responsable cuando en su proceso de toma de decisiones valora el impacto de sus acciones en la sociedad, en los trabajadores y en el medio ambiente de forma real y efectiva.
Está claro que algunas empresas aprovechan el impacto de la RSC para lograr una mejora de su imagen corporativa (recuerda diferenciar entre imagen e identidad corporativa), corriendo el riesgo de quedar en evidencia.
Conforme avanzamos en los tamaños organizacionales, podemos llegar a otro concepto denominado Responsabilidad Social Organizacional, en siglas RSO, que abarca de forma global a distintos grupos de interés como empresas, sindicatos, universidades, ONGs, partidos políticos, administraciones públicas, patronales, medios de comunicación, etc.
La RSC es un concepto transversal en la empresa, con implicaciones en distintos ámbitos de su gestión, por lo que es necesario vincularla a la actividad principal de la empresa, disponiendo de una clara vocación de permanencia y, por supuesto, el compromiso ineludible de la dirección.
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