Cuarto post de la serie de 22 dedicada a las leyes de la fantástica obra de Jack Trout y Al Ries, las 22 leyes inmutables del marketing: Ley de la percepción.
Si me lees habitualmente sabrás que soy un loco enamorado de las percepciones, como habrás comprobado en numerosos post.
La ley de la percepción pretende transmitirnos que el marketing no es una batalla de productos, sino de percepciones
Creo firmemente en ello, como ya lo comentábamos en el post anterior: 22 leyes inmutables del marketing: Ley de la mente.
La percepción responde a los estímulos cerebrales registrados mediante los 5 sentidos que conocemos: la vista, el olfato, el tacto, el oído y el gusto. Los sentidos nos aportan cómo es la aparente realidad física del entorno en el que nos encontramos.
Gracias a lo que percibimos tomamos ciertas decisiones, como seleccionar un producto o servicio y posiblemente acabar comprándolo. Ese paso es fundamental, la selección ha venido previa percepción sensorial. Hemos descubierto algo de forma consciente o seguramente no consciente que nos ha llevado a quedarnos con esa opción y no con otra.
Sea mejor o peor el producto o servicio, lo que cuenta es lo que percibimos de el. Es decir, puede ser maravilloso en su parte técnica y funcional, pero quizás carente e irrelevante en el plano emocional. El proceso inverso también ocurre. Como hablábamos en el post anterior de la Ley de la Mente, un mal producto puede ser percibido como algo único por motivos irracionales.
Como consumidores decidimos bajo parámetros posiblemente diferentes a los planteados inicialmente por cualquier marca. Solo pretendo que pienses en ello, es bueno tenerlo en cuenta si somos marketeros.
Piensa y recuerda: ¿qué producto has comprado alguna vez que te haya resultado malo pero inicialmente te pareció una opción de compra irrechazable? Puede que esto te ayude a comprender mejor esto de las percepciones y de la importancia vital que tienen en los procesos de toma de decisiones de compra o recomendación.
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