Quinta entrega de la serie de post sobre 7 pecados: la ira en el marketing. La ira representa a aquellos sentimientos desordenados y descontrolados marcados por el odio.
Esta tipología de sentimientos tiene origen en la negación con ímpetu hacia uno mismo y hacia los demás. Venganza, resentimiento, enojo o indignación son conceptos íntimamente relacionados con la ira.
Se trata de una emoción básica que sustenta a nuestro sentido de supervivencia, provocando el desarrollo inmediato de conductas de defensa-ataque que favorecen el fortalecimiento de nuestra conducta. El enfado es necesario, el problema viene cuando es demasiado frecuente.
Hay consumidores enfadados que nos lanzan insights diariamente para que podamos pensar en el origen del enfado, en la solución del enfado y en cómo basarnos en ese enfado para convertirnos en su opción favorita.
Hemos partido del enfado, pero la ira conlleva cierta venganza
Si somos capaces de dar motivos al consumidor para sentirse vengado ante su anterior opción habremos dado un paso decisivo. Siempre en el buen sentido, claro.
El resentimiento del que hablábamos antes no se cura de un día para otro, tras el planteamiento de venganza deberíamos plantearnos cómo trabajar ese resentimiento que va a residir en el consumidor por sus anteriores experiencia, por lo que podemos pensar en nuestra nueva relación con el y en cómo de vez en cuando poder resaltarle nuestra excelencia y compromiso cumpliendo con aquellos matices negativos detectados al inicio.
La indignación es una fuente inagotable de ideas para proponer soluciones atractivas de cara a potenciales consumidores y hoy tenemos la suerte de contar con canales de comunicación en los que estos se expresan constantemente, como Twitter, Facebook o Instagram, llenos de insights continuos con los que basar y plantear ideas. Estados de ánimo y de opinión en tiempo real nos están esperando para ser detectados y ofrecerles soluciones que superen las mínimas expectativas latentes.
Próximo post: la envidia.
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