Ahora que ha acabado el reality talent de cocina quiero hablaros de lo que he aprendido sobre estrategia con MasterChef.
MasterChef es un programa de televisión basado en la gastronomía que busca al mejor cocinero amateur de España, cuyo formato deriva de un espacio de televisión británico de cocina con el mismo título.
En la reciente edición, MasterChef 5, hemos tenido quizás algo más de contenido no relacionado exclusivamente con lo gastronómico respecto a las ediciones anteriores.
Historias personales curiosas, intento de romance entre concursantes, polémica con uno de los chef y alguna declaración que da para el debate y otros menesteres que han generado numerosas críticas, lo que a su vez ha derivado en más repercusión para el programa.
Siempre que veo un reality, como ocurre en el caso de Gran Hermano, intento poner los 5 sentidos en aprender sobre estrategia. Por un lado está el contenido, que es con lo que nos solemos quedar, por otro está el esqueleto estratégico del programa que es lo que realmente me interesa a modo particular.
Por cierto, os recomiendo leer este post anterior sobre Gran Hermano para aprender sobre marketing.
En esta ocasión, me quedo con los roles asignados a alguno de los concursantes y cómo el guión se ha ido ejecutando a la perfección.
Hemos tenido al ganador, Jorge, que me ha parecido un tipo realmente asombroso, que partía desde su barrera a la hora de transmitir sus emociones hasta una coherencia extrema en todos sus comentarios y declaraciones. Muy líder y justísimo ganador.
También hemos tenido al friki, Nathan, con golpes de humor realmente buenos, un genio incomprendido. Ese perfil extremadamente creativo al que las reglas coartan.
Edurne, el perfil senior que en esta ocasión ha llegado muy lejos, demostrando que la cocina como tantas otras cosas no tienes edad. Por cierto, me encantaría ver en próximas ediciones un perfil senior masculino.
Miri, el punto digital del programa, blogger de gastronomía healthy que quizás ha sido una de las revelaciones del programa. Con un punto entre lo infantil y la madurez, no ha dejado indiferente a nadie.
Odkhuu y Silene han aportado el rol internacional del programa, cosa muy interesante por los aportes y matices de las cocinas representativas de los países de ambos concursantes.
Por último, entre los participantes destacables, Elena, cuyo perfil currante al máximo siempre ha ido acompañado de cierta mala suerte. Era como que el esfuerzo casi nunca tenía recompensa, al faltarle el equilibrio entre el pundonor y el saber hacer.
Todos estos roles me han hecho observar y aprender mucho sobre cómo mantener los pesos estratégicos en cada capítulo de la edición y en cómo mantener la atención hasta el último momento a los espectadores.
Además, estos roles te obligaban a posicionarte por uno de ellos como favorito en función de cómo empatizaban con cada uno de nosotros, es decir, en función de cómo nos identificábamos más con un concursante en concreto.
Photo credit: SQ
