Crear una propuesta de valor efectiva es un proceso estratégico que requiere claridad y enfoque. En esta segunda fase, definir el espacio de solución, nos centramos en conectar de manera precisa las necesidades identificadas con las soluciones que nuestra oferta puede proporcionar. Este paso es clave, porque actúa como un puente entre el problema del cliente y la propuesta final.
Cuando hablamos del espacio de solución, nos referimos al conjunto de beneficios que una marca, producto o servicio puede ofrecer para aliviar los «dolores» (pains) del cliente o potenciar sus «ganancias» (gains). Para lograrlo, el primer paso es evaluar las capacidades únicas de nuestra solución: ¿Qué hacemos mejor que nadie? ¿Qué elementos nos diferencian en un mercado saturado? Responder a estas preguntas permite construir un marco competitivo que potencie la relevancia de nuestra oferta.
Es esencial evitar caer en un enfoque genérico. El espacio de solución debe ser tan específico como sea posible, adaptándose a las expectativas reales de los clientes. Por ejemplo, si ofrecemos un software de gestión para pequeñas empresas, no basta con mencionar que “ahorramos tiempo y dinero”. Necesitamos traducir ese beneficio en términos concretos: «Automatizamos el 80% de las tareas administrativas, permitiéndote dedicar más horas al crecimiento de tu negocio».

Una herramienta práctica para definir el espacio de solución es el mapa de valor
Nos ayuda a detallar qué productos o servicios forman parte de nuestra propuesta y cómo estos se alinean con las expectativas del cliente. Aquí es donde los insights del cliente recopilados en la primera fase (entender el problema) juegan un papel fundamental. Nuestras soluciones deben estar fundamentadas en datos y observaciones reales, no en suposiciones.
Por último, un buen espacio de solución debe resolver el problema actual del cliente, anticipando sus necesidades futuras. Las marcas más exitosas saben reaccionar ante los problemas y para ello diseñan soluciones proactivas que establecen una conexión emocional y funcional con su público.
Definir el espacio de solución es un arte estratégico que combina empatía, conocimiento del mercado y diferenciación. Con esta fase bien trabajada, estamos un paso más cerca de construir una propuesta de valor sólida y persuasiva, que destaque en un entorno competitivo.
En el siguiente post, exploraremos cómo definir el modelo de negocio. ¡No te lo pierdas!
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