Nuestras vidas se han convertido en una constante lluvia de interrupciones. Por ello, creo que te gustará conocer cuáles son los 4 factores principales de distracción que nos hacen desconectar.
En promedio, solo podemos mantener nuestra concentración en una tarea durante unos 12 minutos antes de que se produzca una interrupción. Pero lo peor es que, tras habernos desenfocado, tardamos el doble de tiempo en volver a nuestra tarea original. Estas cifras resultan impactantes, pero son pura realidad.
Nuestras distracciones no tienen que ver sólo con factores externos. Internamente hay elementos dentro de nuestra propia mente que nos alejan de nuestras tareas, llevándonos hacia la distracción. Veamos de qué se trata.
Cerebro programado para distraerse
Nuestros cerebros están diseñados para absorber nueva información y adaptarse al entorno. Pero esta fortaleza también puede ser una debilidad. Su naturaleza siempre anda buscando nuevos estímulos, lo que provoca que perdamos el foco en nuestra tarea actual.
La concentración no es un flujo continuo, sino una serie de breves estallidos. Entre esos estallidos, el cerebro toma descansos y escanea el entorno en busca de algo nuevo. Si no hay nada de mayor prioridad, volveremos a concentrarnos, pero habremos perdido valiosos minutos por la distracción.
No hace falta explicar que en el mundo actual, lleno de información y entretenimiento, esto es todo un desafío.

Contextos llenos de distracciones
Somos afortunados de tener acceso a la tecnología e Internet, ya que nos abren mundos apasionantes con recursos ilimitados para aprender, conectarnos y entretenernos. Pero, como todo en la vida, tiene su lado malo.
Las mismas herramientas que impulsan nuestra productividad también tienen el poder de absorbernos en una red de distracciones. Todo lo que nos ofrece la red puede en cualquier momento dispersarnos.
Lapsus de atención
Nuestro cerebro tiene una característica sorprendente: una tendencia a alejarse. El 47% de las veces, nuestra mente no está donde creemos que está y nuestros pensamientos vagan en un ámbito completamente diferente.
Por ejemplo, en una tarea que requiere horas de atención, el entusiasmo y la concentración iniciales pueden ser intensos. Pero a medida que pasa el tiempo, incluso sin darnos cuenta, nuestra atención puede empezar a decaer. Puede ser debido a una simple respuesta humana a la monotonía.
Es posible que nuestro cerebro esté deseando una pausa, buscando alivio del agotamiento o incluso buscando un estímulo diferente debido al aburrimiento.
Mala gestión del tiempo
A la mayoría de nosotros nadie nos ha enseñado a administrar nuestro tiempo de manera eficiente. Es una habilidad que hemos tenido que aprender sobre la marcha, a menudo mediante un proceso de prueba y error.
Una mala gestión del tiempo nos distrae, perjudicando nuestra productividad. Sin objetivos o prioridades claras es más difícil mantener la concentración. No estructurar el tiempo y los recursos de manera efectiva puede hacer que tengamos que saltar entre tareas. Por otro lado, la procrastinación nos aleja del trabajo y hace que sea más difícil continuar donde lo dejamos.
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