El deseo está lleno de distancias infinitas. No es una frase mía, pero me encanta. La frase pertenece a Robert Haas, poeta estadounidense que fue ganador del Premio Pulitzer.
Yo me quiero llevar esta impresionante frase a mi mundo, al marketing. El deseo es uno de los elementos más bonitos y potentes para aplicar como concepto marketero.
Te refresco algún post anterior en el que ya he hablado del deseo:
Ejemplo de diferencia entre necesidad y deseo
Enfoque de necesidad o deseo existente o latente
En esta frase hay una palabra melancólica, romántica y abrumadora que dispara el pensamiento acerca del alcance del deseo: la distancia. Pero además, hay otro concepto que hace aún más grande las sensaciones percibidas: infinitas.
En marketing, enfocando el deseo del consumidor hacia ese algo que le llame la atención, seguramente basado en un aspecto más emocional que funcional, podemos descubrir que hay innumerables distancias.
A continuación, veremos algunos ejemplos
- Si se trata de un producto de lujo, significará que aunque muchos lo deseen solo unos pocos accederán a el
- Si se trata de un producto que hemos descubierto y que nos encanta pero no está disponible en nuestro mercado también hay distancia
- Si se trata de un producto impactante pero la marca hace que resulte escaso también se produce un distanciamiento
- Si otros consumidores se nos adelantan adquiriendo o incluso solamente descubriendo antes que nosotros algún producto llamativo volvemos a ver que la distancia se asocia de nuevo al deseo
- Si una marca nos anuncia un nuevo producto o un producto actualizado que nos provoca pasión, la distancia entre que descubrimos la noticia y podemos tenerlo accesible se nos puede hacer realmente larga
El deseo. Ese elemento capaz de hacer que por un momento (o por varios sucesivos momentos) perdamos la cabeza. Existen infinitas distancias entre lo que deseamos y lo que podemos llegar a poseer.
Photo credit: Juan Salmoral