La dificultosa búsqueda de la originalidad

Cada día que pasa somos más conscientes de la dificultosa búsqueda de la originalidad en casi todos los niveles, pero eso no significa que debamos rendirnos ante lo que aparenta indicarnos que «ya está todo inventado».

Ni mucho menos. Nada de eso. Sorpresa tras sorpresa vivimos cada día nuevas experiencias a través de ciertas novedades que destacan en cualquier lugar del mundo.

En un mundo como el marketing, las marcas siguen con una incesante búsqueda de la originalidad. Podemos comprobarlo en desarrollo de productos, desarrollo de servicios, nuevas formas de enfocar la comunicación, etc.

Es cierto que hay algunos recursos que pueden escasear, como por ejemplo el simple hecho de conseguir un buen dominio en internet, que ya empieza a ser dificultoso.

La dificultosa búsqueda de la originalidad
La dificultosa búsqueda de la originalidad

También nombres para nuevas marcas que no estén registrados, slogans que no se hayan utilizado anteriormente y cumplan con su cometido de apoyar perfectamente a la marca, diseños gráficos de marcas, de catálogos, de webs, de… casi todo. La dificultad es un hecho latente.

Pero insisto. Nada de rendirse. Aún más si cabe es tiempo de luchar contra todo esto y lograr encontrar esa originalidad. Cuando lo hacemos, démonos un premio, pues sabemos que la dificultad hoy es máxima. De forma directa, ya habrás tenido un premio: haber sido capaz.

No quiero olvidar el origen del propio concepto de originalidad, que se refiere a aquella cualidad de lo creado o inventado que provoca la parición de algo nuevo o novedoso. Además, la originalidad nos distingue de las copias, las falsificaciones, los plagios o las obras derivadas.

Lo original es puro origen y origen es una palabra maravillosa, inimitable, inicial y creadora. Para llegar a alcanzar la originalidad, necesitamos el más puro concepto de creatividad basado en herramientas que nos ayuden a provocar.

Y ya sabes que también provocar es una palabra demasiado bonita.

Photo credit: talenthouse

2 comentarios

  1. La originalidad, en sí misma, está sobrevalorada. No es buena ni mala, depende del resultado de esta. Si el resultado es malo mejor hubiese sido estarse quieto. Por otro lado, en cierto modo, todo o casi todo lo que hacemos tiene como poco un mínimo de originalidad.

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