El coste de la nostalgia

Nuestros vínculos emocionales hacia nuestra vida pasada, en nuestra época infantil y juvenil, e incluso posteriormente, son capaces de provocarnos deseos de compra de productos sin que el precio sea un gran condicionante.

El sentimiento de nostalgia genera estragos en nuestro interior, nos lleva remotamente a través de la mente a recrearnos en escenas que a través de estímulos fueron capaces de provocarnos emociones y nos dejaron en forma de recuerdo imborrable una huella que con el tiempo sale a flote.

Es muy probable que el impulso de compra relacionado con un sentimiento de nostalgia haga que podamos plantearnos comprar productos que no necesitamos, que no nos van a aportar un beneficio funcional, pero cubriremos la expectativa emocional de ese impulso irracional que surge de nuestro interior.

Hablemos de la melancolía, justo ahora, como concepto asociado a la nostalgia, pero con diferencias. Bajo mi punto de vista la melancolía actúa como potenciador de la nostalgia.

La nostalgia y la melancolía son muy útiles en el marketing
La nostalgia y la melancolía son muy útiles en el marketing

Entendemos por nostalgia ciertos deseos de regresar al pasado para revivir ciertos momentos de felicidad

En cierta forma es un anhelo de recuperar un tiempo pasado que entendemos por perdido y que se relaciona con regresar a nuestro lugar de origen, volver a ver a nuestra gente querida o repetir alguna experiencia que marcó de forma positiva nuestra vida.

Por su parte, la melancolía está asociada a un estado emocional influenciado por la tristeza o infelicidad y con una causa muy concreta.

De todo esto, las marcas saben cada vez más. Por ello, intentan plantear en el plano estratégico cómo aprovechar estos conceptos para aplicarlos en sus procesos de marketing. Esto lo puedes ver en este post anterior: El marketing de la nostalgia.

¿El objetivo? Aprovechar fuertemente la coyuntura que generan las propuestas de nostalgia y melancolía en el consumidor. Se trata de que perciban sensaciones asociadas a estos estados en productos que han sido concebidos para lograr esta situación.

¿El resultado? Esa mayor predisposición por parte del consumidor a querer irracionalmente el producto y, sobre todo, a pagar mucho más por el.

Photo credit: photo.tutsplus

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