¿En qué momento del día somos más creativos?

Hay preguntas que, aunque parezcan simples, encierran una complejidad fascinante. Una de ellas es: ¿en qué momento del día somos más creativos? Durante años, la intuición nos ha susurrado que las musas de la creatividad llegan cuando quieren, sin avisar. Sin embargo, la ciencia parece estar empeñada en desmentir ese halo de misterio y darle estructura a lo intangible. Un estudio reciente del MIT (Massachusetts Institute of Technology) ha puesto sobre la mesa una hipótesis muy útil y reveladora: existe un patrón diario en nuestra capacidad creativa. Es biología, contexto y, sobre todo, ritmo circadiano.

A medida que se desvela el funcionamiento de nuestra mente, entendemos que el pensamiento creativo es un proceso moldeado por diferentes variables. El estudio señala que las ideas más originales suelen aparecer justo cuando bajamos la guardia. Esa franja en la que no estamos ni completamente despiertos ni sumidos en la actividad intensa. Esa tierra de nadie que se sitúa, para la mayoría, en las primeras horas del día. Justo después de despertar, en ese estado mental brumoso, libre de juicio y de presión por la eficiencia.

Regla de las dos horas para generar las mejores ideas
¿En qué momento del día somos más creativos?

Un momento en el que el cerebro divaga, conecta ideas sin forzar y accede a pensamientos menos convencionales

¿Significa esto que madrugar es sinónimo de ser más creativo? No necesariamente. El matiz está en entender que no hablamos de productividad. Hablamos, en realidad, de creatividad. No es lo mismo rendir que imaginar. Mientras que la productividad necesita foco y claridad, la creatividad se alimenta del desorden, de la relajación y del permiso para equivocarse. Por eso, es tan frecuente que las ideas brillantes surjan en la ducha, mientras paseamos o justo antes de dormir. Son momentos donde el cerebro no está vigilado, donde las conexiones inesperadas tienen espacio para brotar.

Ahora bien, esta ventana creativa no es igual para todos. Los ritmos circadianos varían según el cronotipo de cada persona. Hay quienes funcionan mejor por la mañana y quienes encuentran su pico de lucidez creativa bien entrada la noche. El truco está en observarse, en identificar esos momentos donde fluyen las ideas sin esfuerzo y protegerlos como un ritual. Quizá no puedas cambiar tu agenda entera, pero sí reservar esos fragmentos del día para pensar, escribir, diseñar o resolver problemas desde una perspectiva más abierta.

La creatividad se cuela por las rendijas de la rutina cuando menos lo esperamos. Por eso, reconocer tu propio ritmo creativo es una forma de autoconocimiento profundo. Es aprender a trabajar contigo mismo y no contra ti. Es una invitación a respetar los ciclos naturales de tu mente y a usarlos como aliados estratégicos en cualquier proceso de innovación.

Por tanto, el momento más creativo del día es una declaración de equilibrio entre cuerpo, mente y contexto. Pero si algo deja claro la evidencia científica, es que bajar el ritmo, permitir la distracción y abrazar la imperfección son ingredientes clave para que las buenas ideas puedan sobresalir.

Photo credit: PX

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