La primera vez que escuché hablar de este concepto fue a Jurgen Klaric. Hoy vamos a hablar de envases y sentidos: neuropackaging.
Estaba escuchando atentamente una de sus entrevistas y recuerdo un aspecto que me llamó la atención cuando se refería al consumidor. Jurgen planteaba que en lugar de preguntar al consumidor, lo que era necesario era saber interpretarlo. Tan fácil y tan difícil a la vez, pero solo es un punto de partida.
En este sentido, el packaging de un producto es un elemento trascendental. Un diseño que haga saltar las alarmas sensoriales del consumidor nos permite poder saber interpretar los estímulos, las emociones, las decisiones y los recuerdos que va a generar.
Hay una clave, de la que ya hemos hablado en post anteriores: lograr alcanzar el estado emocional del consumidor. Hay packagings capaces de hacerte disfrutar, pues consiguen provocar diferentes estímulos.
¿Has visto esto? Qué pasada! Me encanta! (hago foto, comparto en la red) Lo quiero! Lo busco! Lo recomiendo!
Todas estas actitudes son provocadas por emociones enfocadas al packaging, fundamentadas en aspectos creativos, planteamientos de situaciones cotidianas y espontáneas y provocaciones de la curiosidad. Si eres alguien muy emocional, te sentirás cautivado por ello, si eres alguien muy racional dirás que vaya chorrada o te pasará desapercibido.

El neuropackaging aplicado plantea el cómo a la hora de dar forma al envase de los productos
Lo hace en función del perfil de público objetivo al que nos vayamos a dirigir.
Hay consumidores muy curiosos, llenos de inquietudes y anhelos, deseos por cumplir y hambrientos de sorpresas. Por contra, hay consumidores que buscan obsesivamente lo seguro e infalible. A partir de estos extremos podremos encontrar entre medias muchos más perfiles concretos.
En función de unos u otros, el neuropackaging trata de optimizar, gracias a los estímulos sensoriales, la llamada a la acción del perfil de consumidor al que va dirigido el producto. Por tanto, colores, formas, tipos de letra y tamaños, combinaciones, contrastes, texturas, sonidos, olores y otras variables van a jugar un papel determinante en la comunicación que el packaging del producto quiera transmitir.
Aparentemente el canal visual es el más importante, pero no debemos olvidar en ningún caso el olfativo, el auditivo, el táctil e incluso el gustativo. ¿Un packaging que se come? No sería el primero, por qué no!
Quizás te guste este post anterior para complementar información: Vista, olfato, tacto, oído y gusto.
Photo credit: graffica