Nuevo post de la serie dedicada a estrategias funcionales y emocionales en el packaging (3). En esta ocasión vamos a comentar otro aspecto interesante, como es la facilidad para guardar, almacenar y usar el producto.
Qué mejor manera de empatizar con el consumidor que ponérselo fácil a la hora de tener disponible el producto en su casa. Además, también facilitarle su apertura. Y, ojo, esto no es nada sencillo.
¿Sabes lo que ocurre con el típico abrefácil cuando éste resulta todo lo contrario? Si el packaging de un producto proclama que es abrefácil, no puede defraudar esas expectativas generadas.
Aunque parezca una tontería o nimiedad, no lo es para nada. Citar abrefácil implica en gran medida a la promesa de marca y si la experiencia no resulta positiva y agradable el consumidor sufrirá de manera automática una percepción negativa sobre dicha marca.
Retomando el enfoque de facilidad para guardar, almacenar y usar el producto, veamos un ejemplo con este empaque de miel que me resulta especialmente interesante.
Tan solo es un ejemplo, pero fijaos que pasada de concepto. Combina genialmente los atributos funcionales y emocionales del producto con este packaging.
En cuanto a los funcionales, permite la visibilidad del contenido, favorece su almacenamiento, al apilar consigues formas geométricas con mucho sentido y relación con su origen (el panal de abejas), permite una buena identificación de su marca e incluso su tapón incluye un palo distribuidor de la miel.
Sobre lo emocional, sin duda es un packaging de impulso, ya que incluso no siendo consumidor de miel te atrae fuertemente, sobre todo creo que provoca e incita al regalo.
Buena fórmula para guardar en casa (si es a la vista de todos mejor, porque incluso decora), almacenar (si compras los diferentes sabores puedes jugar geométricamente con ellos) y, por supuesto usar.
Photo credit: MM
