«La cantidad conduce a la calidad» es un principio clave en la creatividad aplicada. A menudo, se cree que la creatividad se trata de tener una única idea brillante. Pero los procesos creativos más efectivos demuestran lo contrario: es a través de la generación de muchas ideas que se llega a las mejores soluciones. Este enfoque está profundamente vinculado con los conceptos de pensamiento divergente y convergente, dos fases esenciales del pensamiento creativo.
El pensamiento divergente es el primer paso. Es el momento en que nos permitimos explorar todas las posibilidades, sin restricciones ni juicios. Aquí, la cantidad es fundamental. Al generar muchas ideas, por más locas o poco realistas que parezcan, abrimos puertas a soluciones inesperadas. Este proceso de divergencia alimenta la innovación, ya que cuanto más nos permitimos salir de los caminos tradicionales, más probable es que encontremos respuestas originales.
Aunque la creatividad no se queda en la divergencia. Para llegar a una solución final, debemos aplicar el pensamiento convergente. Este es el momento en que analizamos las ideas generadas y las refinamos. Aquí es donde la cantidad influye en la calidad: cuantas más ideas tengamos, más opciones tendremos para elegir. Esto aumenta las probabilidades de encontrar una solución que sea tanto creativa como viable.

El ciclo de divergencia y convergencia se repite en cualquier proceso creativo exitoso
La clave está en generar muchas ideas al inicio para luego, en la fase convergente, seleccionar y pulir las mejores. Si nos limitamos a generar pocas ideas, es menos probable que lleguemos a una solución realmente innovadora. Por eso, fomentar la cantidad en las primeras etapas es esencial para alcanzar la calidad al final del proceso.
La creatividad se alimenta de la cantidad, porque el acto de generar muchas ideas permite identificar las mejores. Por tanto, como hemos destacado antes, los conceptos de pensamiento divergente y convergente son fundamentales en este proceso. En la divergencia, se exploran todas las opciones, mientras que en la convergencia se seleccionan las mejores. La combinación de ambas fases es lo que conduce a soluciones de calidad, demostrando que más ideas no solo son deseables, sino necesarias para llegar a la innovación.
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