Os traigo un nuevo post: La potencia de la influencia invisible. Definimos influencia como aquella calidad que otorga capacidad para ejercer un determinado control sobre el poder, por alguien o algo.
La influencia de la sociedad en general puede contribuir al desarrollo o al declive de la inteligencia, la afectividad, la asertividad, el comportamiento o la personalidad.
Existen influencias visibles. Lo vemos cada día a través las grandes figuras mundiales de diversas disciplinas (deporte, moda, gastronomía, etc.) o de nuestra actividad digital y los denominados influencers digitales.
A la vista de todos, los primeros nos muestran sus gustos o preferencias sobre multitud de productos o servicios, generando una corriente de impulso hacia el consumo de los mismos en función del alcance económico que cada consumidor quiera o pueda ejecutar.
Ahí es donde las marcas, también de diversos planos económicos, buscan y encuentran a sus embajadores para provocar esa corriente de necesidad o deseo entre su público. En este caso se muestra la total evidencia de que las marcas pagan por ello de una forma un otra a estas personas por el uso de su imagen.
Lo que nos estamos cuestionando en el post es el poder que tiene la influencia invisible, es decir, aquella que actúa de manera silenciosa, sin levantar la voz, pero que nos genera un impacto ineludible.
Esté esa marca representada o no por alguna figura mundial, la influencia invisible trata de jugar con aspectos irracionales que inciden directamente en nuestro comportamiento.
Sabremos que estamos ante este fenómeno cuando no podemos encontrar un por qué racional que explique el éxito de un producto o servicio de forma evidente.
La neurociencia puede darnos muchas respuestas en la creación de estímulos sensoriales que hacen que el sentido menos previsible a la hora de interactuar con un producto o servicio sea quien determine nuestras decisiones de compra.
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