Hoy vamos a plantear lo determinante: packaging o producto, a la hora de la elección entre diversas opciones en el momento de la verdad para un consumidor cuando se enfrenta a una decisión de compra con variedad de oferta disponible.
Siempre me he preguntado y lo sigo haciendo: qué es más importante, el packaging o el propio producto. En un ejemplo fascinante como el vino, ¿qué importa más? Un bonito concepto, un buen y atractivo diseño, un packaging sugerente y provocador, un mensaje vital… o, ¿el propio contenido de la botella?
¿Puede el packaging de verdad aportarnos una calidad percibida tan potente que sea capaz de ocultar un producto normal o mediocre? Seguro que conoces algún ejemplo, así que te estaría muy agradecido si nos lo compartes en los comentarios del post.
El impacto visual resulta determinante, porque es capaz de generar estímulos que provocan emociones y que de forma irracional nos condicionan en el proceso de decisión de compra de un producto.
Si llamamos la atención de un consumidor potencial, éste a su vez ubica a la marca en una posición de privilegio
La marca en ese instante registra una situación de distanciamiento positivo y diferenciación intensa respecto a los productos competidores que pueda tener en ese momento a su lado como oferta complementaria.
Qué fortaleza la de la imagen de marca, la del packaging y, por consiguiente, la del impacto que nos genera. Ahora bien, no debemos descuidar que en ese momento la marca habrá generado unas expectativas al consumidor y cuando éste se disponga a consumir el producto sucederá otro de esos momentos de la verdad. Será entonces cuando comprobaremos el verdadero influjo del packaging y si es capaz de verdad de encubrir un mal producto, de fortalecer un producto medio o de provocar una simbiosis impactante con un excelente producto.
El inmenso poder de un buen packaging es capaz de provocar que hablemos del producto sin siquiera haberlo probado. Aquí tienes la gran prueba de que resulta determinante cuidarlo, mimarlo y generar un matrimonio perfecto con su contenido.
Continente y contenido, packaging y producto. Colores, texturas, tipografías, mensajes, olores, formatos… todo un mundo de sensaciones para conseguir enamorar al consumidor a primera vista.
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