Don Miguel Ruiz es un autor, escritor y orador mexicano de textos y temas espiritualistas o neochamanísticos. En 1997 nos regaló una joya en forma de libros titulado «Los 4 acuerdos», con la esencia de la sabiduría tolteca, para vivir una vida plena y auténtica. El primer acuerdo te dice: «Se impecable con tus palabras«.
Esta propuesta es una piedra angular sobre la que construir una existencia enriquecida. La integridad verbal puede transformar nuestras relaciones, nuestro bienestar emocional y nuestra propia realidad.
Nuestras palabras son más que meros sonidos o símbolos escritos. Son auténticos vehículos de energía que tienen el poder de construir o destruir, de sanar o herir. Ser impecable con nuestras palabras implica utilizarlas con sabiduría y benevolencia. Reconocer su capacidad para dar forma a nuestras experiencias y las de los demás es un activo de altísimo valor.
Se impecable con tus palabras
Cuando nos comprometemos a ser impecables con nuestras palabras, estamos cultivando la autenticidad en nuestras interacciones.
De este modo, nos liberamos de la falsedad y la hipocresía, permitiendo que nuestras expresiones reflejen fielmente nuestros valores y creencias más profundos. Esta congruencia entre lo que decimos y lo que somos fortalece nuestra autoestima y la conexión con los demás.
La coherencia entre nuestras palabras y acciones es esencial para construir relaciones sólidas y significativas. Cuando cumplimos nuestras promesas y hablamos con honestidad y sinceridad, ganamos la confianza y el respeto de quienes nos rodean. Así es como se establece un estándar de integridad que inspira a otros a hacer lo mismo, fomentando una cultura de honestidad y responsabilidad mutua.
Nuestro lenguaje moldea nuestra percepción del mundo y, en última instancia, nuestra experiencia de la realidad. Al elegir nuestras palabras con cuidado y positividad, podemos transformar nuestra narrativa interna y externa, cultivando una mentalidad de abundancia, gratitud y posibilidad. Al manifestar intencionalmente una realidad más elevada a través de nuestras palabras, nos convertimos en co-creadores de nuestro destino.
En el siguiente post, continuaremos con el segundo acuerdo: «No te tomes nada personalmente«.