Feliz Navidad! Hoy, no descansamos, de hecho nunca lo hacemos y es un día perfecto para hablar de un caso auténtico y singular de marca personal: Santa Claus. Hoy es el día del señor de rojo, este gordito simpático del que me declaro fan absoluto por varios motivos.
Dicen que es un invento marketiniano de Coca Cola (si así es me parece genial), va de rojo (mi color favorito) y representa el comienzo de un periodo que llamamos Navidad. Siempre he sido más de este personaje que de Reyes Magos.
Santa Claus o Papá Noel, como le conocemos más nosotros, es una gran marca personal, y representa mucha simbología de la que podemos aprender como marketeros. Quizás esté muy obsesionado con ver siempre cosas relacionadas con el marketing en cualquier cosa, pero no puedo evitarlo, me encanta y seguiré haciéndolo.
Cuentan que este personaje formaba parte del antiguo mito solar del solsticio de Invierno
Como veíamos en el post de ayer, La noche más larga del año, es un hito lleno de magia, misterio y nostalgia. Estos conceptos se asocian a la perfección con Santa Claus, con el mito, capaz de crear año a año un rito que muchos seguimos dentro de un patrón de comportamiento marcado claramente por las emociones.
Una marca personal de la que aprender, como icono romántico, mediático, único, fugaz y rotundo. Sin duda, una marca que marca. Nosotros, mortales profesionales, tenemos oportunidades a diario, concretamente 365 al año, mientras que Papá Noel solo tiene una.
Puede parecerte una tontería lo que te planteo, pero tiene sentido: el nunca falla en esa oportunidad única. Aprendamos de ello. Tiene una reputación maravillosa, emocional y llena de pasión. Sería increíble adaptar y adoptar parte de ello en nuestras marcas personales.
Para finalizar, recuerda que aunque él es mágico, nosotros también lo somos y contamos con las mejores herramientas de comunicación de la historia. Aprovechemos nuestra oportunidad, nosotros también sabemos jugar con las emociones. Tiembla Santa Claus!
Photo credit: incourage
