Continuamos con la serie de post dedicada a las falacias en el marketing: falacia de la evolución y falacia del continuo.
En esta ocasión, vamos con dos nuevos tipos de falacias informales:
Falacia de la evolución
Sucede cuando presuponemos que alguien está mejor adaptado que otro. La falacia se comete porque la adaptabilidad de una persona no depende del número y temporalidad de las mutaciones, sino si dichas mutaciones se relacionan con alguna ventaja para el actual entorno del individuo.
Se trata de un planteamiento no exento de conflicto, ya que cuando ponemos en liza temas relacionados con este tipo de diferencias entre personas, el resultado no suele ser tratado con suavidad.
La falacia de la evolución posee, por tanto, altos niveles de dificultad a la hora de su aplicación directa.
Ejemplo aplicado al marketing:
Este producto cosmético está mucho mejor adaptado para individuos de piel oscura que para individuos de piel blanca, ya que ese tipo de piel resiste mucho mejor la evolución del compuesto.
Falacia del continuo
También denominada paradoja sorites, esta falacia ocurre cuando decimos de forma implícita o explícita que es imposible distinguir entre dos extremos cuando hay casos en el centro que son de ambigua clasificación.
Es decir, cometemos la falacia al pensar que ambos extremos son iguales por creer que hay una línea continua de acontecimientos.
El nombre de sorites proviene de la antigüedad, concretamente de Eubulides de Mileto con su paradoja sorites y sin embargo podemos hallarla de manera habitual en debates actuales.
Ejemplo aplicado al marketing: «¿Estamos ante un producto muerto o ante un producto vivo?»
Según la falacia del continuo es un producto muerto, ya que el producto vivo es solo un producto muerto en potencia.
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