Puede que te haya llamado la atención el título del post de hoy: El pecado de la inadvertencia en el marketing. Era mi intención. La idea surge de leer a Joseph John Campbell, mitólogo, escritor y profesor estadounidense
Campbell citó en una ocasión que la mayor transgresión humana era no estar alerta, o al menos totalmente despierto, ante el mundo que nos rodea.
Si algo hay que pedirle a una marca y a sus responsables es que sean conscientes del escenario en el que convive la misma.
Si quienes gestionan una marca no activan el sentido de alerta constante y por tanto no se mantienen despiertos ante cualquier movimiento del entorno, no solamente estarán sembrando un futuro incierto sino que además estarán cultivando un mejor futuro para sus competidores.
La inadvertencia no debe pasar inadvertida
Hay tantas cosas en el entorno que rodea a una marca que no tenerlas en cuenta puede dejarla noqueada.
Uno de los grandes problemas es que a nivel interno también hay demasiadas cosas que conocer y controlar para una marca, lo que hace todavía más dificultosa si cabe la dura y constante tarea de controlar los aspectos externos.
Ojos bien abiertos, oídos bien afinados, tacto bien sensible, olfato bien preparado e incluso gusto bien trabajado. Todos los sentidos bien alerta, bien despiertos. Preparados para la batalla, cada día, en cada momento. No es una exageración, aunque pueda parecerla.
He visto durante estos años dedicados al marketing muchos proyectos con este pecado, la inadvertencia. Se que es difícil observar y escuchar al entorno en el que nos movemos, porque lo interno siempre pesa más de inicio que lo externo en un proyecto propio.
Incluso cometiendo este pecado puede que te vaya bien o muy bien. Es la ley de la inercia. Una inercia que pierde fuerza con el tiempo y que no te dejará reaccionar cuando esa ley deje de empujarte.
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