Hoy toca hablar de algo que seguro has sentido alguna vez, o incluso sientes muy a menudo, y su enfoque de aprovechamiento para las marcas: Los pequeños caprichos en la estrategia de marketing.
Como seres humanos y, sobre todo, cuando vivimos nuestro rol como consumidores sentimos pequeños impulsos en forma de deseos, casi a diario. Los grandes deseos suelen ser costosos y esporádicos, pero los pequeños deseos son actos cotidianos y casi siempre suelen tener índole impulsivo.
Desde el punto de vista de una marca, tener en cuenta que los consumidores sentimos esos pequeños deseos habituales abre las puertas de las oportunidades.
El concepto capricho cita en su definición a una idea o un propósito que la persona posee de forma arbitraria, fuera de las reglas ordinarias y comunes, sin atender a ningún tipo de razonamiento.
El capricho es un acto imperfecto de nuestra voluntad
¿Puedes identificar a los reyes de los caprichos? Si, son ellos. Los niños suelen tener este tipo de impulso. Quizás porque su naturaleza lo requiere y quizás porque todavía no atienden a un comportamiento meramente racional. Esto hace cuestionar la decisión a tomar en el momento de una compra.
«A todos nos gustan los caprichos» cita Just Eat, la compañía online de pedidos de comidas a domicilio, en una de sus campañas promocionales. No le falta razón. ¿Pedimos algo para cenar? Es un puro pequeño capricho, un deseo instantáneo. Seguramente no premeditado, que nos asalta por un momento y que dado su coste de oportunidad nos alegra el momento presente.
Tenemos que tener en cuenta algunas características básicas de los pequeños caprichos. Son netamente efímeros, momentáneos, seguramente fundamentados en un impulso irracional o al menos no premeditado. Además, tienen un carácter de satisfacción casi inmediata desde que surge el deseo hasta que accedemos a cumplir con el alcance caprichoso.
¿Estás antojado?
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