El tema de hoy, por qué decimos que los demás son raros, te vendrá rápido a la mente al haberlo experimentado más de una vez, incluso muchas veces.
Y, ¿por qué decimos que los demás son raros? ¿acaso nosotros no lo somos? ¿qué es lo que nos motiva a pensar esto?
Como seres humanos, tomamos decisiones en términos relativos, respecto a otros comportamientos por ejemplo. Un ejemplo de actualidad: si no nos gusta o ni siquiera sabemos qué significa Pokemon Go, seguramente pensaremos que quienes se vuelven locos jugando a ello son raros. ¿Cierto? Y si esto ocurre, puede ocurrir al contrario.
Cada persona posee un comportamiento, unos hábitos, unas maneras de hacer y proceder, lo que nos hace generar un ecosistema propio de vivencias, de experiencias, de recuerdos y de sistemas. En definitiva, cada uno de nosotros vive su realidad de forma personal e intransferible.
Lo más complejo de todo es que nosotros mismos podemos (o solemos) cambiar nuestras pautas sin previo aviso
Lo que hoy nos parece blanco mañana puede ser totalmente negro, cosa que además auto argumentaremos de manera interna y consistente sin ningún tapujo.
Nuestra particular conducta nos hace pensar cuando entramos en contraste con otras conductas que los demás son raros. Ocurre en todo: tipos de música, deportes, programas de TV, películas, estudios,…
En cualquier disciplina, aquello que no coincida con nuestras expectativas y con nuestras preferencias será automáticamente tildado de raro y convertirá en raro a la persona o personas que ejecuten su acción de forma diferente a cómo lo haríamos nosotros.
En marketing es interesante analizar este prisma de pensamiento. Puede que desde el punto de vista de la marca nos interese conocer los por qués sobre lo que opinan unos y otros frente a una de nuestras propuestas o incluso ante una propuesta competidora.
Espero haberte hecho pensar.
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