Cuando vemos a alguien por vez primera tenemos unas primeras percepciones que de forma automática nos van a generar una serie de sensaciones. Hoy vamos a hablar de la primera impresión en la estrategia de marketing.
Cuando estamos construyendo la estrategia de marketing de nuestra marca, tenemos que tener en cuenta esto de las primeras impresiones. El consumidor no puede evitar emitir juicios de valor ante lo primero que se le cruza por el camino en forma de producto o servicio, sin siquiera conocerlo o haberlo probado.
Por tanto, es inevitable para una marca enfrentarse a este reto. La pregunta es si podemos hacer algo para maximizar o minimizar esa primera impresión que podemos causar con nuestra marca y su extensión a productos o servicios.
Si la primera impresión es negativa, partimos de un escenario de desventaja respecto a otras marcas competidoras que no sufran esta situación y por tanto estamos dando mas oportunidades a que el consumidor adquiera finalmente los productos o servicios de los mismos.

Si la primera impresión es positiva, aparentemente es beneficioso para nuestra marca
Pero debemos estar muy atentos a que si generamos de inicio unas altas expectativas luego no podemos dejar dichas expectativas en entredicho.
Ponte por un momento vistiendo el traje de consumidor. ¿No es cierto que cuestionamos todo? ¿No es cierto que cambiamos drásticamente cuando pasamos de trabajar para una marca a un plano de consumo?
Como consumidores buscamos novedades constantes y alegrías en forma de sorpresas, sin olvidar aquellos productos o servicios que forman parte de nuestra cesta segura, es decir, esos clásicos que nos aportan confianza, tranquilidad y seguridad.
Aprender de esa primera impresión que sentimos al percibir una marca, un producto o un servicio nos va a ayudar notablemente a descubrir cuál es el camino correcto para proyectar la identidad de aquello que pertenezca a nuestra marca.
De ello dependerá la imagen percibida.
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