En una ocasión anterior ya hablamos en el blog sobre el marketing de lo prohibido. Hoy vamos a comentar aspectos relacionado con ello, bajo el planteamiento de que prohibir es una emoción que despierta inmediatamente el deseo.
Como marketero, ya lo he comentado el algunas ocasiones en este blog, me obsesiona la diferencia de percepción que genera en el consumidor una necesidad y un deseo.
El deseo del consumidor es la expresión máxima para una marca
Probablemente como consumidores nunca deseamos algo con mayor intensidad que cuando nos lo prohiben, aunque también cuando escasea (en otro post anterior hablé sobre el marketing de la escasez).
Siempre me fijo en los niños como modelo de comportamiento, es increíble ver su punto de vista ante las mismas cosas que vemos los adultos, pero liberados de experiencias previas y prejuicios, cosa que resulta fundamental.
Es momento de hacer una nueva alabanza a un maravilloso libro que seguro conoces: El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. Una cortísima pero intensa novela que nos hace reflexionar hacia lo más profundo de nosotros, llevándonos a descubrir ese tesoro de la niñez.
Si no lo has leído te recomiendo encarecidamente hacerlo, si ya lo hiciste te recomiendo volver a leerlo, pues uno siempre descubre cosas nuevas en esa maravilla literaria.
Volviendo a lo prohibido, piensa qué es lo que ocurre cuando precisamente a un niño le prohibes algo… que automáticamente siente un deseo incontrolable de hacer lo que le hemos prohibido.
Todos hemos sido niños y todos vivimos este modo de comportarnos. Regresa mentalmente a ello o compruébalo tu mismo con tus hijos, sobrinos o hijos de tus amigos. No falla.
Ahora se trata de llevarte esto al mundo de las marcas, de la construcción de mensajes hacia los consumidores bajo este paradigma y comprobar qué somos capaces de crear. Seguro que resultará increíble y despertará algún tipo de deseo palpable.
Photo credit: quebuenoesvivir
