Hoy os traigo un concepto estratégico muy interesante: Triple Bottom Line, Triple Cuenta de Resultados o Triple Balance.
Se trata de un concepto que hace referencia al impacto que tiene la actividad de una empresa en 3 dimensiones: social, económica y ambiental.
Fue desarrollado por John Elkington en su libro The Triple Bottom Line: Does it All Add Up.
Las evidencias de desempeño en relación con el triple resultado se manifiestan en los informes de sostenibilidad o responsabilidad social corporativa (RSC).
Por tanto, en este sentido hablamos de medir no solo resultados económicos, sino también de impacto de la actividad en el medio ambiente y en la sociedad.
Medir el impacto social no es fácil para una compañía, ya que conlleva analizar variables complejas y externas.
Entre ellas, por ejemplo, el nivel de bienestar de una comunidad, la mejora de la educación en una población o el grado de felicidad de una sociedad.
Se trata de variables intangibles y difíciles de medir, por lo que representan todo un reto.
Pero ese reto, si se logra desarrollar, puede aportar una valiosa consecuencia: que la marca alcance altos niveles de credibilidad y transparencia.
Triple Bottom Line, Triple Cuenta de Resultados o Triple Balance
Por supuesto, en la actualidad existen interesantes metodologías y métricas para la medición del impacto y evaluación de los resultados sociales.
Entre ellas, podemos citar:
- Global Reporting Iniciative (GRI), promovido por el programa de sostenibilidad de Naciones Unidas
- Social Return on Investment (SROI) o retorno social de la inversión, que pondera el valor social generado en función de la inversión económica
- Balance del Bien Común (BBC), que permite conocer a través de una matriz multi-input el retorno socioambiental de una actividad económica
Es fundamental para una marca en la actualidad generar un impacto positivo a nivel social y ambiental.
Si todo se desarrolla de manera óptima, el resultado aporta una cadena de valor muy beneficiosa, clientes fieles, comunidades satisfechas y stakeholders comprometidos.
Hay que tener muy claro que no se trata de hacer un lavado de cara sostenible (greenwashing), sino aportar un cambio real.
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