Bien sea de empresa, de producto, de servicio, personal, de territorio de ciudad… tu marca necesita un motivo. Antes de continuar te recomiendo este post: El motivo, tener un motivo.
La marca es sin duda el activo más importante de tu empresa o proyecto. Es el origen de todo y donde repercute todo, nunca lo olvides.
Gestionar una marca hoy es tremendamente complicado, no solo por la cantidad y calidad de marcas que van a competir con la tuya, sino también por la cantidad de distracciones que hay en nuestro entorno y que muchas veces no nos hacen darnos cuenta de la importancia que tiene en todo.
Ten en cuenta esta premisa: ahora nos encontramos productos, servicios o incluso profesionales con similitudes alarmantes
Esto que dificulta que el público sepa cuál es la mejor opción. Por tanto, tener claro tu criterio de marca, tu motivo, es determinante.
Para ello te recomiendo una vez más este sencillo pero espectacular método que describí en un post anterior: Qué es el Círculo de Oro.
Todas las marcas prometen algo, la diferencia es que solo las marcas que tienen claro su para qué, es decir, su motivo, son las que pueden cumplir dicha promesa. No estoy hablando de crear conceptualmente un claim que quede bonito y que impacte, sino de una manera de hacer las cosas que penetre hacia dentro y proyecte hacia fuera la esencia de la marca.
Ir más allá de lo funcional para llegar socialmente a lo emocional. Este fundamento posiblemente nos permitirá que lo funcional sea percibido de otra manera, bajo un enfoque más positivo y diferente del resto, quizás porque la irracionalidad ya forma parte de nuestra estrategia. Para ello, el diálogo es un elemento clave y precisamente vivimos en la era del diálogo entre marcas y consumidores. Hay que aprovecharlo.
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