Tras presentaros en un post anterior el concepto BANI, vamos a lanzar una micro serie de posts sobre cada una de sus variables. En este primer post, hablamos sobre la letra B de este acrónimo: Brittle (frágil).
Mientras que en el entorno VUCA la letra V nos hablaba de volatilidad (cambio rápido y poco predecible), en el entorno BANI la letra B (brittle) nos habla de fragilidad. Esto es consecuencia de las brechas causadas por la volatilidad del entorno anterior.
El contexto se ha vuelto cada vez más frágil
La sensación que tenemos es de que en cualquier momento puede romperse. Los sistemas sociales y económicos se han visto afectados por los diferentes sucesos mundiales. En la actualidad, la fragilidad es mayor de lo que pueden aparentar, incluso aquellos que parecen más fuertes.
Fragilidad, en este sentido, es un concepto asociado a entorno no elástico. La realidad es rígida y los sistemas son más estáticos de lo que deberían. Todo ello, reduce la capacidad de adaptación y resiliencia.
De por sí, la palabra frágil lo dice todo. Tener en el horizonte esta percepción, además de carácter macroeconómico, es una mala noticia.
Estrategias para adaptarnos a un entorno frágil
- Crear sistemas resilientes, con capacidad de adaptación. Un aspecto fundamental en los entornos actuales, como vimos en el VUCA y ahora en el BANI.
- Reforzar los métodos para una recuperación rápida frente a situaciones complejas y negativas.
- Agilidad, un concepto más actual y necesario que nunca en las organizaciones.
- Diseñar estrategias a corto y medio plazo, con revisión continua. El largo plazo se antoja toda una quimera.
- Potenciar la agilidad, con sprints cortos. Los entregables periódicos nos validan paso a paso los avances necesarios en entornos tan competitivos como el actual.
- Desarrollar pilotos para testeo. Como todo cambia, el testeo se antoja más imprescindible si cabe.
Photo credit: Tatiana Fet
