¿Somos creativos o nos hacemos creativos? Esto no es una pregunta, sino una preguntaza. Seguramente cada uno de nosotros tenga una respuesta muy clara ante ella, en función de nuestra experiencia con aquello que entendemos por creatividad.
Para hacerlo sencillo, vamos a intentar adoptar la definición de Wikipedia al concepto de creatividad, que sería la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos, o nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que pueden generar soluciones originales.
Sin duda, bajo mi punto de vista, la creatividad forma parte de nosotros desde el inicio. Nuestro cerebro comienza a desarrollar su capacidad creativa, aunque reconozco que no todas las personas disponemos de la misma capacidad para ello.
La creatividad espontánea, esa que surge de manera innata en cualquier momento y lugar es un privilegio de incalculable valor.
Durante nuestro crecimiento, desde la niñez a nuestra fase adolescente y después a la adulta, vamos definiendo lo que será nuestra capacidad creativa futura
Vamos a depender de innumerables variables. Nuestros compañeros, amigos, profesores, familia… nuestra motivación, nuestra empatía, nuestra predisposición… Además, serán las normas que nos vamos encontrando y conociendo durante nuestra vida las que vayan acotando nuestra capacidad creativa.
Este es un factor clave que puede romper la verdadera magia de nuestra creatividad espontánea y natural. Ante ello, conviene echar mano cuanto antes de metodologías que nos refresquen la idea de que la creatividad es maravillosa y que de paso nos diviertan.
Se suele decir que volver a ser un niño y olvidar los prejuicios y las normas nos descubre nuestro verdadero potencial creativo. Es una afirmación rotunda y totalmente cierta.
Para focalizar el post, mi respuesta sería que nacemos creativos y que nos hacemos creativos, si queremos claro. Lo importante es ser consciente de ambas cosas. ¿Cómo te sientes tu? ¿Afirmarías lo mismo?
Photo credit: Noelle Buske
