Si una marca no marca, no es una marca. Esta definición es un buen punto de partida para entender el entorno actual entre marcas y consumidores.
Las empresas fabrican productos, los consumidores compran marcas. El nuevo escenario deja al consumidor el rol relevante en esta relación, él es quien determina y concluye. Veamos cómo ha ido transcurriendo el estado de esta relación y en qué punto nos encontramos actualmente.
Efectivamente, la determinación de un branding influyente basado en el diálogo, la escucha, la sensación emocional y la constante óptica de análisis de la evolución de los estados del consumidor, aportan a las marcas los matices necesarios para dejar huella.
Todo ocurre muy rápido en esta relación, aquí y ahora, la inmediatez y la sensatez juegan un papel determinante.
Esta frase me gusta mucho: «Si una marca emociona, entonces funciona«.
Diferenciación, sensación, emoción, interés, prescripción, reciprocidad, diálogo,… todo sale de un enfoque certero hacia cómo se comporta el consumidor y hacia donde tienda a comportarse.
Y es que hasta lo común y abundante se vuelve extraordinario y distintivo gracias al branding. No hay más que ver el ejemplo de Bling h2O para entenderlo.
La fidelidad no existe, el 80% de los consumidores sabe muy poco o nada de las marcas que consume
Sin duda, está todo por hacer. Para mí, en estos momentos los productos o servicios sólo pueden considerarse marcas cuando es capaz de suscitar un diálogo emocional con el consumidor. Y éste, por su propia convicción basada en ese impacto emocional, transmite a otros consumidores el mensaje. ¿Podemos conseguirlo como marcas? ¿Estás preparado para ello?
Solo, si me permites un consejo, piensa lo importante que es construir o reconstruir la relación con tu público objetivo pensando cómo ser preferida en lugar de pensar en cuota de mercado. Quizás así todo cambie. Provoca cambio. Genera actitud. Muchos están esperando que les sorprenda y emocione.
Photo credit: BH2O
