Date unos minutos y revisa bios al azar en Twitter. O, si no tienes tiempo, piensa en cuantas bios de ésta y otras redes sociales has visto la palabra pasión o apasionado. Yo creo firmemente que la pasión es un estándar.
¿Por qué pienso esto? Porque estamos desvirtuando el concepto. Por supuesto, pasión sigue siendo una palabra bonita y lo seguirá siendo. Lo malo es cuando nos da por algo y lo hartamos, lo quemamos y empieza a depreciarse.
En el terreno profesional, la pasión no es una diferenciación ante nadie. En los tiempos que vivimos, la pasión es una variable «de serie» que debemos tener si o si e implicitar en todo aquello que hagamos, es algo que se presupone.
Si no tienes pasión por lo que haces significará que estás a disgusto con lo que haces, pudiendo ser una obligación hacerlo
Eso indicará que seguramente no haces bien lo que estás haciendo, el hacer algo sin pasión equivale a esto.
Por tanto, piensa. ¿Es necesario que remarquemos que nos apasiona algo? Probablemente no. Por supuesto, no estoy diciendo que renunciemos a usar el término, sino a reflexionar sobre su uso, si es necesario, si de verdad nos aporta algo o si podemos dar una vuelta de tuerca a aquello que queremos comunicar de nosotros mismos sin recurrir al tópico.
La pasión es un concepto demasiado bonito, me encantaría que se cuidara más. Todos tenemos pasión en algo, tanto en nuestra vida personal como en nuestra vida profesional y no es imprescindible que forcemos.
¿Y si buscamos apasionadamente otra manera de decir que nos entusiasma algo? Al fin y al cabo, como resumen, diría que la pasión es un intangible que se torna tangible cuando alguien nos ve hacer algo y nos sentimos felices por ello, tanto en lo personal como en lo profesional.
Photo credit: montanasweetpea