7 pecados: la avaricia en el marketing

Hoy nueva entrada en 7 pecados: la avaricia en el marketing. La avaricia es el afán o deseo con desorden y exceso de poseer riquezas para atesorarlas. Es importante diferenciar la avaricia de la codicia, ya que son similares, siendo la diferencia que la codicia no indica un deseo de atesorar.

La avaricia nos sugiere un sinfín de atributos con los que podemos jugar y provocar, como deslealtad, traición, asalto o engaño.

Deslealtad

Hoy somos más desleales que nunca a las marcas, pues casi siempre hay alguna que mejora a aquella a la que pudiéramos dedicarle más amor. Por muy bien que lo hagamos como marcas, hoy el consumidor no perdona el más mínimo fallo.

A veces ni tan siquiera eso, simplemente el estar algo por debajo de sus expectativas hace que pueda mirar de reojo al resto de la inmensa oferta disponible. Para poner a la deslealtad de nuestra parte hemos de pensar en este proceso de forma invertida, intentando provocar al consumidor a plantearse por qué puede y debe ser desleal a lo que ya conoce y qué tipo de valor le puede aportar la nuestra.

La avaricia encubre ciertos comportamiento irracionales
La avaricia encubre ciertos comportamiento irracionales

Traición

Totalmente en línea con lo comentado para la deslealtad, la traición puede actuar como potenciador de la deslealtad, ya que nos provoca a pasar a un segundo plano más heavy, más intenso. Traicionar significa ejecutar de forma más potente la deslealtad, dejando de ser totalmente leal a la marca habitual.

Asalto

Si ponemos el foco a qué marcas son aquellas que en estos momentos están en nuestro mercado, seamos nuevos o no en el, la idea de plantear una estrategia de asalto me seduce. El asalto puede estar en función de diversas acciones y se puede plantear en diferentes escenarios y fases. Interesante.

Engaño

Todo lo que estamos comentando hasta ahora está mal o muy mal visto en nuestra sociedad, pero hay que saber ver el lado positivo para descubrir la utilidad que tiene lo relacionado con la avaricia en el marketing.

Engañar es confundir al contrario, simular una acción para ejecutar otra, confundir los planes de contención que pueden tener las marcas competidoras respecto a las expectativas fijadas en nuestros movimientos. Un punto de vista realmente estratégico.

Podemos, además, engañar al consumidor, siempre para el buen sentido, sorprendiéndole con mayor valor inesperado tras conseguir convencerle de que pruebe nuestra propuesta.

Todo por hacer! Seguiremos en el siguiente post con la pereza.

Photo credit: 3bp

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