Seguimos con la serie de post dedicada a esta increíble metodología creativa denominada Gamestorming: Diferencia entre proceso empresarial y juego.
Si en el post anterior (clic aquí para leer) vimos cuáles eran las etapas en la evolución de un juego, en esta ocasión vamos a hablar sobre la diferencia entre proceso empresarial y juego.
Suena raro pensar en jugar cuando estamos hablando de un entorno empresarial, pero precisamente por ser diferente jugar funciona.
Volvemos a ser niños, nos desinhibimos, nos reímos y bajamos los niveles de presión a los que estamos sometidos constantemente en el entorno empresarial.
En la empresa siempre tenemos metas que lograr, objetivos que cumplir, en los que nos movemos desde un punto inicial (A, condición inicial) a un punto final (B, meta).
Entre ambos puntos, es decir, entre A y B, disponemos de un espacio que se denomina «espacio de reto«, que será el terreno sobre el que nos vamos a mover para desarrollar el juego.
En un proceso empresarial, el camino entre A y B suele ser muy estructurado, con unos pasos basados en causa y efecto, que buscan la precisión con el objetivo de alcanzar una meta inequívoca y clara.
En un juego, buscaremos igualmente la meta, pero esta puede ser impredecible. En eso consiste la creatividad, precisamente en obtener resultados diferentes.
En cualquier reto creativo, la meta no se fija para mejorar los hechos pasados de forma creciente, sino para intentar provocar que ocurra algo realmente nuevo, innovador, sorprendente.
Cuando hablamos de «crear algo nuevo» nos referimos a crear algo «nunca visto antes«.
Por este motivo, no se puede definir la meta de forma precisa con antelación, ya que las expectativas son muy altas.
El mejor ejemplo de esto que nos cuentan en el libro Gamestorming es cuando Colón partió en busca de un objetivo como llegar a la India, pero las circunstancias acabaron dando con la maravillosa América.
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