Me llama mucho la atención pensar en el ciclo de vida de la creatividad. Todos conocemos alguna marca que identificamos como creativa, aquella marca que nos sorprende y a la que otorgamos de forma automática un posicionamiento muy especial en un lugar exclusivo.
La creatividad nos llama la atención, es un motivo muy curioso para despertarnos el querer saber más, algo emocional que nos hace tomar decisiones y que probablemente será capaz de provocarnos la generación de un recuerdo asociado a la marca.
Pero ahora viene la paradoja: una marca creativa no puede dejar de serlo. La creatividad genera hambre en el público receptor del mensaje y ese mismo público, el actual de estas generaciones, mantiene un proceso de fagocitación de novedades constantes.
Como consumidores deseamos novedades continuas, sorpresas continuas, motivos continuos. Ya lo hemos comentado en algunas ocasiones en este blog, como por ejemplo en este post anterior: El ciclo de vida de los sucesos.
Penalizamos a aquellas marcas creativas que bajo nuestro punto de vista tardan demasiado en lanzar la siguiente novedad
Precisamente porque la novedad anterior fue todo un éxito creativo. Ese proceso que se inicia justo en el lanzamiento de la creatividad anterior abre directamente las puertas de la urgencia por querer más.
Quizás esté exagerando un poco, pero estoy totalmente convencido de que ese lanzamiento creativo ya debe lanzarnos una gran alerta como marcas para tener en mente cuando será la próxima vez que vayamos a a sorprender.
Y no solo eso, sino plantearnos además cómo y en qué aspectos vamos a mejorar la creatividad recién lanzada. Se llama estrategia y por eso aquellas marcas que saben manejar este ámbito suelen acertar. Hoy no vale con el corto plazo, ni siquiera con el medio plazo, ya que debemos de pensar en el largo plazo, aunque tampoco demasiado largo. Todo ha de tener un equilibrio, una coherencia y una consistencia.
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