El vínculo emocional hacia lo material

El número 13 me flipa, así que quien ocupa esta posición en la sección #GuestBlogger tenía que fliparme también. Os presento a Pablo Aracil, que nos trae el post titulado: El vínculo emocional hacia lo material.

Pablo es Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Alicante, gran apasionado del Social Media, de las Estrategias 2.0, de las Redes Sociales y de todo este universo relacionado con las TICs.

Gran tipo. No os perdáis este proyecto en el que participa: Kissli. Cajas y tarjetas personalizadas, muy creativas y decoradas de forma espectacular. Mola mil. Disfrutad del post y de sus consultas acerca de nuestro comportamiento con lo material en relación a la posesión.

El vínculo emocional hacia lo material

En este post quiero adentrarme más en el tema del pensamiento del consumidor (se podría decir que trataré el neuromarketing).

Llevo unos días comprobando la diferencia entre culturas y países de lo que supone tener apego a las cosas, en concreto a lo material. He observado que quizá nosotros sentimos un mayor apego a nuestras cosas, a nuestros productos materiales, mientras que personas de distintos países/culturas no lo sienten de esta forma.

¿Y  qué ocurre con todo esto? Pues que lo que a nosotros nos puede suponer un gran problema el cambiar de mobiliario, de vajilla, de cuadros, de libros, incluso de casa, a otras muchas personas no les afecta en absoluto. Lo tienen mucho más fácil. Si tienen que mudarse de casa por marcharse a otra ciudad/país, pues venden la casa en la que vivían y adquieren otra distinta. Si tienen que vender unos cuadros para comprase otros, lo hacen. Lo mismo con otros objetos (de valor real y de valor más sentimental). Al fin y al cabo, son objetos, es algo material. Se mueven por necesidades (laborales, familiares), no por cosas banales.

Pero, ¿qué pasa cuando nos cuesta desprendernos de las cosas que tenemos y que encima ya no las utilizamos? Hablo de juguetes de nuestra infancia, de películas que veíamos, de libros infantiles que leímos y releímos pero que ahora están o en una estantería cogiendo polvo, o peor aún, en una caja guardada en el fondo de un armario.

La posesión material nos vincula
La posesión material nos vincula

Y ahora me pregunto, ¿Por qué no los vendemos? O mejor aún, ¿Por qué no los regalamos a gente que los pueda disfrutar?

A niños, por ejemplo, que estén en la edad recomendada para hacerlo. O a personas que puedan necesitarlas y que no tiene el suficiente poder adquisitivo para comprarlos. ¿Por qué nos da pena tirar aquellas viejas camisetas que teníamos y llevábamos tan a gusto? ¿Es quizá por el sentimiento o el recuerdo que asociamos a todas estas cosas materiales?

Pero, si nos desprendemos de ellas, ¿Acaso se irán también estos recuerdos y sensaciones tan preciadas y valoradas con ellas?

Y a la misma vez, ¿Por qué preferimos lo material a lo humano? Me explico. Suele pasar que cuando compramos un producto nos preocupamos demasiado por él. Si se nos cae y se nos raya, o rompe, o se daña, podemos experimentar un nivel de cabreo, ansiedad, agobio e impotencia, y a veces bastante fuerte.

Otras veces disfrutamos más por poseer el objeto en sí, más que la función que tiene o el acto y experiencia de vivirla con la gente, bien sean amigos, familiares, pareja, etc.

¿Te compras un iPhone/Audi/chalet porque lo necesitas?, ¿O porque lo tiene tu amigo y estás envidioso de ello y prefieres trabajar más horas por tenerlo tú también o incluso hipotecarte de por vida en vez de adquirir otro (Lg/Seat/piso) y pasar más horas disfrutando de la amistad?

Hay mucha gente que no tiene prácticamente nada, ni smartphones, ni ropa de marca, ni relojes-joyas, ni ordenadores, ni televisores, etc. pero viven felices, viven libres de la dependencia y el vínculo emocional y apego lo tienen con las personas, con los seres humanos, con lo que realmente importa.

Dicho esto, ¿Cómo podrían las marcas jugar con la influencia de los sentimientos, de la conexión humano-material, con el vínculo emocional y apego entre sus productos y los consumidores?

Muchos retos por delante, mucho por aprender.

Photo credit: Glogster

2 comentarios

  1. Me gusta este artículo, amigo… Quiero aportar algo más: en el momento que tienes un baby tu cuerpo y mente cambia totalmente y te inundan más los sentimientos y emociones, para poder criar mucho mejor a ese pequeñín… Y esto hace de ti un ser mucho más maduro en eso de la dependencia a lo material y te desapega más si cabe… Te hace menos egoísta y disfrutas más de los demás, te vuelves más altruista… En definitiva, mejor persona… Si por ejemplo, en tus tiempos en que no tenías familia te compraste un flamante auto al que cuidabas «como si fuera tu hijo», pues desde mi humilde punto de vista, justo en el momento en que viene a tus brazos ese pequeño ser que tanto te cambia la vida (a mejor, claro), pues resulta que un día va y te araña la tapicería… Pues ¡vaya! y ese «vaya» dura sólo 2 segundos, y piensas que «si no tuviera a esta preciosidad, pues no tendría esta raya en la tapicería..». Está claro que no debemos descuidar nuestras cosas y debemos ser ordenados y limpios, pero sin volvernos excesivamente obsesivos…

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