Hoy os traigo un ejemplo de cómo generar sentido de pertenencia con una marca ciudad: Nueva York.
¿Quién no conoce la marca ciudad de Nueva York? Si tuviéramos que elegir una marca icónica para definir a una ciudad, posiblemente sería esta.
Además, construida bajo el principio «menos es más«, lo que la hace indudablemente reconocible y recordable.
En los 70, la ciudad pasaba por uno de sus peores momentos por muchos motivos como la delincuencia, las drogas y el deterioro de muchas zonas urbanas. Por si fuera poco, los recursos económicos eran más que escasos.
Bajo esta situación y para potenciar el turismo, la ciudad realizó un encargo crucial para su futuro a Milton Glaser, que diseñó una tipografía que define a la marca ciudad y que hoy es todo un icono mundial.
Durante su primera década de existencia, esta identidad se usó de forma libre para fomentar el turismo y mejorar la reputación de la ciudad, pero su imparable éxito hizo que pasara a registrarse como marca en 1988.
“I love NY” es la famosa definición que ha sido, es y será usada en multitud de soportes, ayudando de manera clave a cambiar la percepción sobre las ciudades para ser concebidas como marcas y por extensión como productos.
Desde su creación, esta identidad se ha mantenido inalterada, convirtiéndose en uno de los más conocidos y representativos reclamos de la ciudad.
Se trata de una marca que incorpora un elemento altamente emocional: un corazón. Este elemento provoca un claro sentido de pertenencia a la ciudad (os recomiendo leer este post anterior: Sentido de pertenencia a una ciudad: I am Amsterdam.
A pesar de que se piensa que “el corazón es el máximo icono turístico de la historia, pero ha perdido su lustre” y que “muchas ciudades del mundo lo han copiado y ha dejado de ser emblemático de Nueva York”, a mi me sigue encantando.
Photo credit: iloveny