El título del post de hoy nos propone pensar en las nuevas condiciones actuales de los mercados, con muchos más hogares pequeños, de pocas personas. Ante ello planteamos la opción del consumo fraccionado: marketing enfocado a estilos de vida.
Aparte de estos cambios sociales en la composición del hogar, la época de crisis ha generado una clarísima fragmentación en los hábitos de consumo. Hemos pasado de envases de productos alimenticios, cosméticos y de otros muchos ámbitos con un tamaño pensado para una familia de tamaño medio a ver cada vez más envases pensados en microconsumo.
Los hogares unipersonales son en estos momentos, según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) el 25% del total de los hogares españoles, es decir, 1 de cada 4. Una cifra considerable y a tener muy en cuenta. Además, a esta cifra habrá que sumarle el número de hogares de solo dos personas, que también representa una cifra interesante.
Comprar la cantidad necesaria, lo que se necesita
Pero, también es una gran oportunidad para que las marcas puedan provocar pequeños deseos. Lanzar diminutas cantidades de algún producto interesante puede generar una vinculación muy interesante con el consumidor, creando incluso cierta sensación de escasez.
Hay qué pensar en cómo se va a comportar este perfil de consumidor, de hogar unipersonal o de hogar de dos personas, no solamente cuando hace un autoconsumo, sino también cuando ha de estar en otras situaciones con más personas. ¿Qué tipo de prescripciones puede emitir hacia otros perfiles de consumidor?
Estas pequeñas cantidades de producto, si poseen las características de unicidad y/o emocionalidad acompañadas de un estímulo en su comunicación, que tantas veces hemos proclamado en este blog, pueden lograr un impacto muy positivo a largo plazo en la marca.
La idea es proyectar formatos innovadores basados en envases diminutos hacia otros segmentos. Hay que provocar.
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