Continuamos con la nueva serie de posts en la que hablamos sobre algunas prácticas para cultivar la resiliencia. En esta tercera entrada nos enfocaremos en reconocer el valor de nuestro camino.
Ver los posts anteriores de la serie sobre:
Está genial y es algo necesario admirar y aprender de grandes referentes que nos inspiran en nuestra profesión y en nuestra vida personal. Uno no deja nunca de aprender de los demás, de sus modos de hacer, de sus éxitos, etc. Sin embargo, puede ser tentador compararse en términos negativos con ciertos referentes o modelos a seguir, lo que nos puede llevar a situaciones erróneas.
En la vida todo es bueno en su justa medida, es decir, con equilibrio. Esto no es nada fácil, ya que muchas veces tendemos hacia los extremos y pocas hacia ese punto de estabilidad tan necesario.
Prácticas para cultivar la resiliencia: Reconocer el valor de nuestro camino
Todos tenemos una historia y todos tenemos un camino. Por ello, es vital que podamos reconocernos a nosotros mismos el valor de nuestro camino. Éxitos y fracasos, esfuerzos, sentimientos, anécdotas y todo aquello que podamos rescatar de cómo hemos llegado hasta el día de hoy.
Cada una de las cosas que nos haya pasado personalmente es totalmente único y eso nos aporta una perspectiva de la vida que nadie más tiene. Esto no significa que no debamos tomar ejemplos de los logros de otras personas. Lo que si debemos tener en cuenta es evitar la comparativa constante con los demás, esforzarse por seguir sus caminos de la misma manera o intentar reconstruir sus éxitos. Esto puede generar frustración y una bajada de la autoestima.
Por su parte, la resiliencia se gesta reconociendo nuestra singularidad y sintiendo cada parte de nuestro propio camino. Reconocer todo lo que ha pasado y en qué lugar nos encontramos hoy es muy importante. Para ello, debemos tomarnos el tiempo necesario y reconocer nuestros logros. Es probable que descubramos que lo que hemos aprendido y de qué manera hemos crecido tenga más valor de lo que creemos.
