De camino en el avión a Medellín por quinta vez para trabajar en este emocional lugar para mí y leyendo un buen libro, me ha surgido este post, cuyo título me encanta pues tiene varios puntos de vista: el doble sentido del tacto
De un lado, el hablar de un sentido, en este caso el tacto. De otro lado, el concepto doble, que nos lleva a pensar sobre las interpretaciones acerca del tacto.
El tacto no solo es tocar, como acto de sentir algún tipo de cosa, o bien algún tipo de vegetal, animal o persona. Este sentido posee un doble sentido: tener tacto, fuera de lo táctil, es un concepto intangible relacionado con poseer ese carácter afable, cercano y emocional con todo lo que nos rodea.
Al final, todo se resume en el grado de empatía que seamos capaces de lograr con nuestro entorno y con todos los habitantes de ese entorno.
Podemos tener tacto hablando, siendo concisos y haciéndonos entender, no imponiendo nada, sino dialogando, proponiendo y aportando matices de valor.
Podemos tener tacto escuchando, pues escuchar es más importante incluso que hablar
Hemos de dar la oportunidad de escuchar al otro y saber cuándo es nuestro momento ideal de intervenir, si es que hemos de hacerlo. Escuchar es respetar y, además, aprender de lo que los demás pueden aportarnos.
También, podemos tener tacto al mirar, a veces una mirada seria, severa o violenta hace que todo cambie y se lleve a otro plano. Ya sabes cómo funciona esto de las percepciones y las emociones positivas o negativas que ello conlleva.
Podemos tener tacto al saborear y al olfatear, intentando descubrir matices escondidos en lo que probamos y olemos, sobre todo en el mundo de la gastronomía, pero también fuera de el, incluso en las relaciones personales, tanto profesionales como privadas.
Y, por supuesto, podemos tener tacto cuando tenemos que usar el tacto en lo táctil. Ya sabes, un apretón de manos, un abrazo, una caricia.
No olvides que todo comunica.
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