El Principito y su magia aplicada al marketing (26)

Capítulo 25 de un libro maravilloso. Corto, intenso, provocador. Así es cada uno de estos capítulos. Hablemos sobre El Principito y su magia aplicada al marketing (26).

Es, a mi juicio, uno de los capítulos más misteriosos del libro. Podría hablar de muchas cosas de él, pues su diversidad de focos es inmensa.

Pero me quedaré con esto: Cuando yo era pequeño, la luz del árbol de Navidad, la música de misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, formaban todo el resplandor del regalo de Navidad que recibía.

Vamos al marketing. Directamente. Un regalo que te impacta no se olvida. Y no se olvida simplemente por la intensidad emocional que conlleva, más que por la magnitud funcional del mismo.

Si echamos la vista atrás y pensamos en aquellos regalos que hemos recibido durante nuestras vidas posiblemente nos sorprendamos al recordar que justamente aquellos que han estado asociados a elementos que para nosotros son intensamente emocionales son los más interesantes.

El Principito y su magia aplicada al marketing (26)
El Principito y su magia aplicada al marketing (26)

El regalo es un concepto interesantísimo dentro de un proceso de marketing

Está basado en un enfoque de deseo, no de necesidad. Quizás en este momento te pueda interesar refrescar el enfrentamiento de ambos conceptos en este post anterior: Ejemplo de diferencia entre necesidad y deseo.

Para pensar si este planteamiento nos puede aportar algo a nuestra marca, hay que seguir estas directrices: primero, como decía en el párrafo anterior, tener claro que elegimos un enfoque de deseo en lugar de un enfoque de necesidad.

Después, pensar en cómo nuestro target (compradores o prescriptores) va a pensar a su vez en otro target (receptores del regalo). Es decir, introducimos una variable entre nuestra marca y nuestro consumidor final: consumidores intermedios.

Finalmente, jugamos con enfoques interesantes para dar potencia al producto o servicio ofertado, como por ejemplo la unicidad (exclusividad), la escasez, la urgencia o la presión de grupo.

Todo ello justificará incluso un precio por encima de la media del mercado de dicho producto o servicio y, por supuesto, nos garantizará la intensidad emocional del regalo.

A pensar!

Photo credit: latorredebabel

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