Estrategias de marketing: el bueno, el malo y el feo

Seguro que este título, Estrategias de marketing: el bueno, el malo y el feo, te ha resultado curioso y que incluso puede que te haya arrancado una media sonrisa.

El bueno, el malo y el feo es una película del oeste, dentro del subgénero spaghetti western (por tener origen europeo, principalmente italiano y español) estrenada en 1966, considerada como una de las mejores películas de la historia. Casi nada.

Esta estrategia de la que os voy a hablar es una de mis locuras mentales, es decir, me surge como idea tras estar pensando en diferentes situaciones de mi día a día dentro del mundo del marketing, con actores tan destacados como nuestra marca, el competidor principal y el consumidor.

Estrategias de marketing: el bueno, el malo y el feo
Estrategias de marketing: el bueno, el malo y el feo

Desde el punto de vista de una marca, hay muchos escenarios en los que es genial tener identificados estos tres parámetros: el bueno, el feoel malo, en función de nuestra marca, el competidor principal y el consumidor. A partir de aquí, se pueden dar diversas combinaciones interesantes:

Caso 1: El bueno (nuestra marca), el malo (competidor principal), el feo (consumidor)

Posible situación: cuando nuestra marca mantiene una posición destacada por especialización en un nicho de mercado concreto (ejemplo: Estrategias de marketing para zurdos), estando muy atentos a los movimientos proactivos o reactivos del principal y duro competidor que pone constantemente en entredicho nuestro posicionamiento.

Además, mantenemos un óptimo análisis del comportamiento del consumidor en cuanto a cómo expresa sus necesidades y/o deseos.

Caso 2: El bueno (nuestra marca), el malo (consumidor), el feo (competidor principal)

Posible situación: cuando nuestra marca mantiene una posición destacada por especialización en un nicho de mercado concreto (ejemplo: el mismo anterior), pero esta vez el peso específico del consumidor es mayor que el del principal competidor, es decir, su nivel de exigencia para poder ser su mejor opción exige un esfuerzo sobredimensionado y constante.

Caso 3: El bueno (competidor principal), el malo (nuestra marca), el feo (competidor principal)

Posible situación: cuando no somos la referencia en el nicho de mercado, sino que optamos a serlo pero de forma descarada, es decir, tenemos muchas opciones. Nuestra actitud es percibida por el competidor como muy seria y les generamos inquietud máxima. El papel de malo se nos da bien. El feo en este caso, el consumidor, adquiere el rol del caso 1.

Caso 4: El bueno (competidor principal), el malo (consumidor), el feo (nuestra marca)

Posible situación:cuando no somos la referencia en el nicho de mercado, pero además no optamos, es decir, apenas tenemos opciones. Además, el bueno (principal competidor) responde perfectamente a las variaciones que presenta el comportamiento del consumidor, que en esta ocasión es el malo por su complejidad.

Caso 5: El bueno (consumidor), el malo (nuestra marca), el feo (competidor principal)

Posible situación: cuando el consumidor es tan sofisticado que o bien cambia constantemente de preferencias o bien busca algo que ninguna marca llega a enfocar tan bien como desea. En este caso nuestra marca no deja de lanzar provocaciones que llaman cada vez más la atención del consumidor, aunque no llega a ser su opción favorita, mientras el competidor principal no logra encontrar el camino y se ve todavía más desorientado si cabe al comprobar que nuestra marca está en el camino.

Caso 6: El bueno (consumidor), el malo (competidor principal), el feo (nuestra marca)

Posible situación: cuando el consumidor posee el mismo rol que en el caso 5, pero en esta ocasión es nuestra marca la que no logra encontrar el camino y mostramos temor ante respuestas del competidor principal que llaman cada vez más la atención del consumidor.

Uf… toda una paranoia! No me hagas caso, solo pretendo hacerte pensar!

Photo credit: comicvine

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