Continuamos con la serie de post dedicada al origen de las frases hechas en el marketing y la comunicación (3).
Veamos más ejemplos interesantes y conocidos.
Estar a dos velas
Cuando carecemos de recursos, sobre todo económicos, solemos decir esta conocida frase. Su origen parece confuso o al menos muy diverso.
Por ejemplo, se habla de un origen marinero, en el que se quiere indicar que la embarcación navega solamente con las velas, es decir, con este escaso recurso. Otro muy curioso hace referencia a la acción de sacarnos el interior de los bolsillos hacia fuera para señalar que no tenemos nada en ellos, lo que hace simular las dos velas (me parece poco convincente).
También se rumorea que antiguamente en las partidas de cartas, quien llevaba el papel de banca tenía una vela a cada lado para poder contar el dinero, por lo que si a un jugador se le dejaba «a dos velas” significaba dejarle sin dinero.
Dormirse en los laureles
Pura evidencia. En la antigüedad, se coronaba a poetas, emperadores o generales victoriosos, con coronas de laurel. Este reconocimiento significaba estar a ojos de todos y conllevaba el no relajarse y seguir esforzándose.
En caso de no hacerlo, se decía de quien dejaba de esforzarse que se había «dormido en los laureles».
Dar la lata
Dar la tabarra, dar la murga, dar la lata… hay muchas expresiones que indican a quienes molestan o hacen ruido. Cuando alguien no para de hablar, es inoportuno e incordia, solemos decir estas expresiones.
Su origen apunta probablemente a que cuando se introdujo la hojalata, en celebraciones se solían golpear elementos creados con este material para festejar momentos, aunque hay otras versiones acerca de la procedencia del concepto.
Dejar en la estacada
También antiguamente, se conocía por estacada a aquel campo de batalla construido con estacas en el que se celebraban desfiles, torneos o competiciones entre caballeros.
«Quedarse en la estacada” hacía alusión a perder un combate en dicho recinto de batalla, mientras que “dejar a alguien en la estacada” significaba dejarle abandonado en un momento complicado o peligroso.
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