Cuarto post de la serie de cinco sobre los sentidos y su elevación al estado artístico. Hoy toca hablar sobre saborear como estrategia de marketing. El gusto es un sentido exquisito, mágico, fascinante. Pero, como podrás imaginar, está infrautilizado en el mundo de marketing.
Me atrevería a decir que es el menos utilizado de todos los sentidos, aunque también parece obvio que puede resultar el de mayor dificultad de aplicación. Para saborear hay que comer y esto es complicado, pues nos reduce el campo de actuación.
Pero no por ello es imposible: podemos dar una sensación gustativa o al menos de interpretación a través de sensaciones y percepciones hacia el consumidor. Ikea, el gigante sueco de mobiliario juega con esta percepción y nos muestra en todos sus puntos de venta una relación de sabor para su marca con productos de su país de origen que nos hacen llevarnos un recuerdo concreto.
Obviamente en la restauración si que tenemos mucho margen para jugar con el sentido del gusto y con los matices de sabor. Puede que partiendo de este planteamiento podamos ser capaces de llevarnos ideas de este sector a otros bien diferentes. ¿Te atreves?
No hay que olvidar los cinco sabores básicos
Puedes recordarlos en este post anterior: Dulce, salado, ácido, agrio y umami.
En muchas ocasiones en las que nos reunimos en un ambiente de trabajo hay comida o bebida. ¿Qué tal si esa comida o bebida posee alguna característica única capaz de generar un estímulo, una emoción, una decisión y un recuerdo?
¿Ya leíste lo importante que es esta secuencia en este post anterior?: Estímulo, emoción, decisión y recuerdo.
El gusto posee una relación directa con los estados emocionales. ¿Te ha pasado alguna vez que algún sabor te ha recordado inmediatamente alguna situación pasada vivida? Es común que suceda. Los sabores nos hacen sentir situaciones intensas.
Ahora toca pensar cómo puede ayudarnos el gusto en nuestras estrategias de marketing. Comer es un placer.
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