Hoy quiero hablaros de un término muy de moda usado por muchas marcas. Pongamos en escena la influencia del concepto saludable en la estrategia de marketing.
Saludable. Una premisa que prácticamente todos los días toca la puerta del consumidor, casi en cualquier momento. De hecho, se está convirtiendo en casi algo rutinario.
Sobre todo en el segmento de la alimentación, la gastronomía y la nutrición, este concepto está llegando a su punto álgido, pues resulta un reclamo imprescindible para lo que algunas marcas desean comunicar.
Aunque, hasta hace poco, el territorio saludable parecía cosa de los segmentos anteriormente comentados, si bien podemos encontrarlo en algunos otros realmente sorprendentes.
Términos asociados a lo saludable nos invaden, como por ejemplo light, zero, sin azúcar añadido, cero calorías, sin gluten, bajo en grasas, etc.
En este sentido os refresco un post sobre por qué zero a tumbado a light como concepto en comunicación que os recomiendo consultar.
Lo saludable atrae inicialmente al consumidor y al consumo irracional. La promesa de marca fundamentada en este concepto parece resultar hipnótica, ya que proyecta un supuesto beneficio basado en la creencia de que el producto es mejor o nos va a ayudar con un mejor beneficio.
La relación entre los aspectos funcionales y los aspectos emocionales del concepto son muy interesantes, ya que la parte emocional cobra un peso fundamental, como promesa de marca, mientras que la parte funcional puede cumplirse o no.
Me explico. Lo emocional del concepto abre la brecha del deseo, tapando parcialmente la verdad sobre el resultado funcional real del producto o el servicio saludable.
En este sentido hay auténticas declaraciones de intenciones como la que definimos en este otro post anterior que también os recomiendo revisar: La lucha contra el azúcar parece ir cada vez más en serio.
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